La Supercopa de España plasmó la distancia actual entre dos grandes enemigos. Del estado de gracia del Real Madrid a la impotencia y la desesperación de un Barcelona que nuevamente se vio superado, muy lejos del nivel que exhibe el bloque de Zinedine Zidane con variantes diversas para golpear sin misericordia.
Se presentaba como un imposible en el momento actual levantar la final, los dos goles de desventaja de la ida y golear en el Santiago Bernabéu. La apuesta táctica de Ernesto Valverde fue apostar por defensa de tres con Sergi Roberto y Jordi Alba como carrileros. La idea podía ser buena con otros centrales. A Mascherano se le ve a otro ritmo y Umtiti sufrió cada vez que tuvo que tapar las subidas de Lucas Vázquez.
Zidane se permitía el lujo de rotar en una final. Sentar la magia de Isco y a dos jugadores indiscutibles como Casemiro y Bale. Los nombres dan igual. Exhibe una profundidad de plantilla, con futbolistas enchufados que no rebajan el nivel. Su estado de ánimo le invitó a no especular con el resultado de la ida y salió volcado, a desenmascarar las debilidades de su gran rival en un momento de duda. Lo atropelló con presión alta y un ritmo de juego endiablado.
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Desató un fútbol de diversión, con taconazos, rápidas transiciones, subidas continuas de laterales, robo en campo contrario. El Barcelona despertó cuando ya perdía y se cumplían once minutos de partido. Con Messi tapado nuevamente por un Kovacic colosal, el orgullo de Luis Suárez invitó a la reacción. Peleó la primera con Ramos antes de asistir a André Gomes que no llegaba a tiempo, como le ocurrió en todo el clásico. El uruguayo la enganchaba arriba segundos después.
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El disfrute no tenía freno para el aficionado blanco en el Bernabéu. Kovacic ponía en pie la grada con sus robos y salidas en carrera, Varane exhibía su velocidad, Modric provocaba el olé con un control y sombrero a André, la lectura de juego de Asensio, el desequilibrio de Lucas, un eslalon de Benzema. Jugador por jugador imponía su fuerza con la afición en éxtasis.
La final estaba sentenciada y la segunda parte solo serviría para que el Barcelona maquillase su imagen. El Real Madrid levantó el pie del acelerador hasta que irrumpió la ilusión de los debutantes Theo y Dani Ceballos.
El Real Madrid recibe el trofeo de campeones de la Supercopa de España. Enhorabuena
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Buscó el tanto de la honra el conjunto azulgrana, con un Messi insistente pero con la cabeza baja, herido en su orgullo de campeón. Le frenó el travesaño cuando más cerca estuvo del gol. Cómodo en su terreno y a la contra, el Real Madrid acarició el tercero con Benzema probando los reflejos de Ter Stegen.