Las voces que leyeron a Ángel Guerra

Con motivo de las Letras Canarias, el Parlamento de Canarias celebró este miércoles un maratón de la obra 'La lapa', de Ángel Guerra, que puso un poco de literatura en un edificio acostumbrado al enfrentamiento

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El editor Ernesto Rodríguez Abad, durante el maratón de lectura de Ángel Guerra. / AINOHA CRUZ-AH
El editor Ernesto Rodríguez Abad, durante el maratón de lectura de Ángel Guerra. / AINOHA CRUZ-AH

Voces pausadas y dulces, voces seguras y graves, voces aceleradas que se entrecortaban entre canarismos en desuso y voces que pronunciaban con la seguridad del buen lector. Una variedad de narradores ha protagonizado este miércoles un maratón de lectura de La Lapa, la obra más conocida del escritor Ángel Guerra, quien este año protagoniza las Letras Canarias. Una narración que durante más dos horas puso un poco de literatura en un edificio acostumbrado al enfrentamiento. 

Este miércoles fue el gran día de las Letras Canarias y varias instituciones organizaron su propio homenaje al escritor lanzaroteño. El formato elegido por el Parlamento de Canarias fue un maratón de la novela La Lapa a cargo, principalmente, de varios políticos de la propia Cámara regional, también de representantes de organismos literarios y en último lugar, de una profesora del IES Mencey Bencomo de Los Realejos y de un alumno de tercero de la ESO, que solo pudo pronunciar las ultimísimas palabras del texto, pues con él finalizó el acto.

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La lectura

La lectura comenzó de forma virtual con la voz de Astrid Pérez, presidenta del Parlamento de Canarias, a quien se podía ver en una pantalla colocada en la sala Europa del edificio. Cuando terminó, desde un atril ya en la propia sala, la diputada socialista Patricia Hernández comenzó la lectura presencial, que prosiguió después la diputada popular Rebeca Paniagua, y tras ella más representantes políticos, que leían entre tres y cuatro páginas del texto. 

A pesar de ser el gran día para dar a conocer la figura de Ángel Guerra, el único libro que había del escritor en la sala era el que se leía. Al lado de los narradores, en una mesa sí se mostraban varios libros, pero eran antologías de otros escritores, como Manolo Millares, o una enciclopedia de la literatura canaria, entre otros. También se adornó con una figura del ídolo de tara. Pero nada de Guerra. 

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Hacia la poesía

La institucionalidad primó en el acto. Después de la lectura de los políticos llegó el turno de los representantes de las asociaciones literarias y editores. Entre ellos, el coeditor de la editorial Diego Pum Ediciones, Ernesto Rodríguez Abad; la directora de la Asociación Mujeres en la Cultura Canaria, Joan Wallo; la vicepresidenta de la Asociación de Libreros y Editores de Lanzarote, María Teresa Pozo; o la editora del Centro de la Cultura Popular Canaria, Remedios Sosa

A mitad del acto llegaron los alumnos de tercero de la ESO. Unos jóvenes que lejos quedan de la sociedad que representa La lapa y que quizás entre esa lejanía y la institucionalidad de la lectura no pudieron evitar mostrar su aburrimiento, con una postura relajada en la silla y con comentarios en voz baja que así lo expresaban. Fue uno de ellos, el que, aunque en último momento le dijo a su profesora que no iba leer, le dio punto y final al maratón tras leer la frase con la que termina el libro: "El infortunio del padre ciego y la desgracia de la madre muerta". 

Antes del final, en el turno en el que leía el diputado José Miguel Baragán el texto dice: "A la vera del mar fuimos también poetas". Y en cierto modo, las voces que ayer se adentraron en La Lapa fueron también poetas, que a la vera de un lugar eminenmente político encontró la belleza en las palabras de Ángel Guera. 

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