Valeria Castro solo se parece a Valeria Castro. Cuando me hablaban de ella siempre aparecía algún nombre para compararla o para orientarme; pero creo que se equivocan quienes quieren buscar semejanzas entre lo que ella hace y lo que han hecho otras antes. Todos venimos de quienes cantaron o escribieron antes, desde que alguien inventó una melodía improvisada en una cueva para invocar a los dioses, para ahuyentar una pena o para celebrar el milagro de la existencia; pero luego, cuando se aprende de todos los que están o ya estuvieron, comienza la alquimia y el milagro del arte, lo que cantes tú que no pueda cantar nadie, tus sueños, tus miedos, tus emociones, todo eso que hilvana, como quien teje un sueño, Valeria Castro cada vez que la escucho, cada vez que entona su canto.
El arte es emoción, es duende, no tiene reglas aunque haya que partir de unas reglas básicas: son años de aprendizaje, de curar heridas y de saber mirar por donde suele pasar casi todo el mundo de largo, es detener el tiempo y volver importante lo que no lo era hasta que no nos detenemos a verlo. Las canciones de Valeria Castro tienen una madurez y una hondura de alma vieja, de alma sabia, de alma en la garganta, como ella misma canta en una de sus canciones, te conmueve cómo interpreta y cómo ha ido entrelazando las palabras y ajustándolas a melodías que ya parecían estar esperando esas palabras hace mucho tiempo. El arte se renueva a cada instante y supone una gran alegría el descubrimiento de artistas como esta cantautora que sabe buscar en las fuentes clásicas o en los lugares secretos donde alumbran los nuevos tiempos, en los ritmos que no existían antes y también en las nuevas posibilidades teconológicas, tan grandiosas cuando abren nuevas puertas para que podamos seguir creyéndonos un poco eternos.
A estas alturas ya mucha gente conoce a Valeria Castro, pero no se queden solo con las dos o tres canciones que han escuchado azarosamente, vayan a buscar su música, cierren por un momento todo lo que les distraiga, y déjense llevar por el mensaje de sus letras, por la poesía y la profundidad que encierran tantos versos y tantos hallazgos inesperados. Hay cantos de resiliencia y de nueva vida, que es al final lo que le pedimos al arte, una ventana a la que asomarnos con ojos nuevos o con palabras que nos ayuden a orientarnos. Hagan suyas las canciones de Valeria Castro, porque ella las ha compuesto para eso, para que seamos nosotros los que luego vivamos en ellas. Canta lo que tantas veces se pierde; pero con esa sabiduría de quienes nos ayudan a seguir reinventando siempre nuevas esperanzas.