El Teatro Pérez Galdós se engalana los próximos 15 y 16 de noviembre para recibir Mariposa, la aclamada obra de la compañía DeNada Dance Theatre, creada y dirigida por el coreógrafo canario Carlos Pons Guerra.
Esta producción, inspirada en la ópera Madama Butterfly de Giacomo Puccini, reinterpreta la historia de amor y sacrificio en un contexto queer y caribeño, situándose en la Cuba de la posrevolución.
Con la abuela al Galdós
Cuando su abuela lo llevó de pequeño a ver Madama Butterfly al Teatro Pérez Galdós, Pons quedó cautivado por el sacrificio de la protagonista.
Años después, este recuerdo se convierte en el germen de su propia reinterpretación de la historia, adaptándola a la realidad de un puerto tropical donde un joven renuncia a su identidad de género y a sus sueños en busca de una vida mejor.
Sacrificio
El coreógrafo explica que la tragedia Mariposa representa un homenaje a aquellas personas que, al igual que el protagonista, sacrifican su propio ser y valores para alcanzar el amor y la aceptación.
"Madama Butterfly siempre me fascinó, pero quería darle un giro para hablar desde mi experiencia y de la comunidad LGBTIQ+”, cuenta Pons. “Esta obra no solo es una historia de amor imposible, sino una exploración de los límites que muchos están dispuestos a cruzar para ser amados”.
Influencia caribeña
La obra está ambientada en un puerto cubano, un lugar donde, según explica Pons Guerra, se concentran los anhelos y las decepciones de los personajes marginales de Mariposa.
La música original, compuesta por Luis Miguel Cobo, combina influencias de Puccini con ritmos tropicales, creando una banda sonora que intensifica la experiencia sensorial de la obra.
El libreto, escrito por la poeta indo-francesa Karthika Naïr, aporta una dimensión poética que dialoga con el cuerpo de los bailarines y un escenario cargado de simbolismo.
Caribe
El coreógrafo y director menciona que su experiencia en el Caribe, especialmente en la República Dominicana y Cuba, fue clave para entender las dinámicas culturales y sociales que quería plasmar en la obra.
Durante su estancia, observó el contexto de la prostitución masculina y la influencia que los visitantes extranjeros tienen en las vidas de estos jóvenes, muchos de los cuales ven en las promesas de amor que les ofrecían, una oportunidad para escapar de su precaria situación.
“Esta exploración me permitió crear un personaje que, como tantos otros, está atrapado entre la esperanza y la realidad, un sacrificio que resuena en la comunidad queer, donde la búsqueda de aceptación y amor puede llevar a decisiones difíciles y, en ocasiones, desgarradoras”, explica Pons.
De Gran Canaria a Reino Unido
El coreógrafo encontró en Londres el espacio idóneo para desarrollar su talento. Desde su infancia en las Islas, cuando comenzó a bailar en el Centro Coreográfico de Las Palmas de Gran Canaria, sintió la fuerza de la danza, pero las oportunidades para desarrollarse en su tierra eran limitadas.
Pons recuerda que su carrera en danza tomó impulso al trasladarse al Reino Unido, donde descubrió un entorno más abierto y meritocrático: “Aquí se valora el esfuerzo, no quién eres o a quién conoces. Esto es especialmente importante en la danza, que en España no solo es la hermana pobre de las artes, sino la hermana desahuciada,” denuncia.
Londres le ofreció la posibilidad de estudiar con maestros que habían bailado con leyendas de la danza contemporánea como Martha Graham y Merce Cunningham y empaparse de las obras de grandes creadores del ballet clásico, como Kenneth MacMillan.
Almodóvar de la danza
Pons ha logrado consolidarse en un estilo único que mezcla narrativa queer, melodrama y realismo mágico. Esta combinación lo ha llevado a ser reconocido como el “Pedro Almodóvar de la danza”, un apodo que recibe con orgullo y como un reflejo de su compromiso por crear historias que reflejan la diversidad con profundidad emocional y estética distintiva.
El trabajo de Carlos Pons Guerra está marcado por su estética kitsch y teatral, un reflejo de su propia identidad y herencia hispana. Influenciado por cineastas como Almodóvar o escritores como Jean Genet y Angela Carter, el coreógrafo construye mundos cargados de emociones desbordantes, personajes marginales y atmósferas intensas.
“Quiero que mi trabajo sea entretenido, pero también que haga reflexionar. Me gusta crear un espacio donde el público pueda escapar de su realidad, pero que al mismo tiempo lleve mensajes poderosos", explica.
Realismo mágico
En Mariposa, Pons explora estos elementos a través de una puesta en escena llena de referencias a la cultura hispana y caribeña, con vestuaros extravagantes y una escenografía que transporta al espectador a un universo entre lo real y lo fantástico.
La obra refleja una atmósfera de realismo mágico, donde el drama y la comedia se entrelazan a fin de expresar el sentimiento de quienes alguna vez se han sentido atrapados entre el amor y la autonegación.
Regreso al Galdós
El regreso de Pons a su tierra natal con Mariposa es un momento cargado de emoción y simbolismo.
Después de años de trabajo en el extranjero y una carrera que lo ha llevado a escenarios prestigiosos como el Joyce Theatre de Nueva York y Sadler’s Wells en Londres, traer su obra al Teatro Pérez Galdós es, según él, un sueño cumplido.
“Es el teatro donde comenzó mi amor por la ópera, donde mi abuela me llevó de niño. Ahora regreso con mi propia compañía y con una historia que significa mucho para mí y que, creo, también resonará con el público canario,” confiesa el coreógrafo
Las localidades pueden adquirirse a través de la página teatroperezgaldos.es, así como en la taquilla del Teatro Pérez Galdós, de 10:00 a 13:00 h de lunes a viernes, y en la taquilla del Auditorio Alfredo Kraus, de 16:00 a 21:00 h, también de lunes a viernes.