La canción Get on your knees triunfaba en las listas nacionales en 1968, convirtiéndose en la canción del verano. El single del grupo Los Canarios, que significa “Ponte de rodillas”, consiguió pasar la censura del momento. Ahora suena en el Spotify de esta redactora de Atlántico Hoy antes de llegar a hablar con el mismo Teddy Bautista (Las Palmas de Gran Canaria, 1943), líder de la banda.
Desde su comienzo en la música, su salto a Estados Unidos con tan solo18 años, la vuelta a España en plena dictadura, su faceta de productor discográfico y como actor teatral, así como el caso que lo llevó a juicio como presidente de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), hasta su vida ahora. Con 80 años y un largo recorrido, Bautista tiene mucho que contar. Sentados en unos sillones de un hotel en el centro de Las Palmas de Gran Canaria, el artista narra a este medio un poco de todo lo que fue, es y será.
En la música desde siempre
[Pregunta] ¿Cómo comienza todo en esta ciudad y da el salto al otro lado del Atlántico, a Estados Unidos?
[Respuesta] Soy de una familia en donde la música siempre ha estado flotando, pero no de forma profesional. De pequeño tocaba el timple, la guitarra y, sobre todo, el piano porque mi madre era pianista y me había educado en la formación académica de la música. Pero a mí me gusta mucho oír la música popular.
Con 15 años monté mi primer grupo con mis amigos, pero estábamos todavía en el colegio. A los 18 años ya montamos un grupo que de repente tuvo muchísimo éxito, Los Ídolos. Nos llevaron a la península a grabar y ya empezó a tomar aquello un cariño más profesional. Estando en Sevilla, al final del concierto se nos acercó un matrimonio norteamericano y nos preguntó si nos gustaría ir a Estados Unidos. Nosotros, por supuesto, dijimos que sí.
A principios de marzo, llegó a mi casa un sobre muy abultado. Mi padre lo abrió y vio que eran cinco pasajes de avión y un talón de 10.000 dólares. Era una época donde la mayoría era a los 21 años, con lo cual todos estaban en régimen de tutoría. Al final se convencieron de que lo intentáramos, al menos. Dimos el salto a Estados Unidos y de repente nos encontramos metidos de lleno en una industria muy articulada y muy dinámica.
A los americanos no les gustaba el nombre de la banda. Entonces, nos cambiaron el nombre y nos pusieron The Canary, que pasó a ser Los Canarios. Fue el principio de una larga carrera. Cantábamos en inglés y nos convertimos en un grupo internacional.
La ruptura de la industria española
¿Cuál cree que ha sido su contribución a la cultura española teniendo en cuenta toda su carrera profesional?
No es fácil contestar, porque uno corre el riesgo de parecer un egocéntrico. Cuando volvimos a España fue porque un productor muy famoso nos había oído. Al principio no hicimos caso, hasta que nos enteramos de que era el productor de Los Bravos. Firmamos con el sello Barclay.
Creo que la aportación que hicimos fue que no nos parecíamos a nada de lo que estaba pasando aquí. Éramos un grupo con mucha influencia norteamericana, pero también inglesa. Teníamos muchísimo éxito porque al público le parecía que lo que estábamos haciendo era lo más moderno, la ruptura con el Dúo Dinámico o Lolita Garrido, que era lo que en aquel momento estaba sonando.
Con Get on your knees nos convertimos en un grupo español número uno en las radio independientes inglesas. Pero también pasó a las listas de Dinamarca, de Holanda, de Suecia. Con nuestro ejemplo mostramos que todo es posible.
Aunque es cierto que estamos hablando de los años 60, en donde lo que podemos llamar cultura española era un elemento todavía por definir. Era una dictadura, un régimen que protegía a sus afines y había censura. Nuestra canción estuvo número uno como medio año, una cosa así. En ese momento me llegó la cita para incorporarme al ejército, en medio de la gira.
Censura
¿Cómo fue ese momento?
Me incorporé a filas en octubre del 68 hasta enero del 70. Creo que ahí marcó. En los 70 ya entramos en un periodo distinto, en el 75 muere el dictador y empieza la Transición. Pero nosotros seguíamos en esa onda, siempre cantando en inglés y con un pie en Madrid, el otro en Londres o en Virginia Beach.
Cuando vuelvo de la mili, hacemos un disco que tiene mucho éxito que se llama Free Yourself, que en español traducido es "Libérate". La censura nos hizo cambiar la portada dos veces porque era una pancarta y claro, era un canto a la sublevación de alguna forma, a plantarle cara a la situación. Al salir del ejército, nuestra música se hace más compleja.
Además de músico y productor, ha participado también en la gestión cultural…
Se puede decir que incidí mucho en cómo tenía que configurarse una cultura bastante mestiza, porque España es un crisol de culturas y prácticamente cada unidad geográfica tiene su propia línea de expresión cultural, en lo literario, en lo musical, en las artes plásticas, en la poesía. Canaria es un ejemplo. Estamos lejos, pero no tanto como para no tener conciencia de que somos una parte importante del concierto multicultural, porque tenemos muy enraizada una cultura de enclave estratégico. Somos el centro de una encrucijada entre el norte y el sur, el este y el oeste.
Canarias tiene su propia identidad con todos viajes que hacían escala en las islas, el comercio, etc. fueron dejando huellas. El problema es que como hemos tenido mucho turismo, parece que es el turismo el que nos justifica, pero creo que eso es un mero accidente. Tenemos una filosofía atlántica, una forma de interpretar la vida, un horizonte y todo en un archipiélago en donde no hay dos ángulos iguales.
Es importante usar la música y la cultura como un vehículo de consolidación dentro del marco nacional e internacional. La cultura finalmente se convierte en la imagen de marca. Y por eso siempre insisto y apuesto porque se potencie la cultura, al menos al mismo nivel que los otros monocultivos que hemos tenido en las islas toda la vida.
Referentes del ayer y hoy
A lo largo de toda su carrera y vida, ¿cuál ha sido el artista que más le ha gustado o más le ha sorprendido conocer?
Mi referente es Frank Zappa. Es uno de los músicos más brillantes que he visto en mi vida y tuve la suerte de conocerle y de tratar a su familia. Pero eso en el plano, digamos, del otro lado del Atlántico. De este lado, trabajé mucho con Luis Eduardo Aute, un cantautor que fue durante años, algo así como el eje.
Juntos hicimos un disco que se llamaba Entre amigos, en donde actuamos Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Aute y yo. Sigue siendo hoy un disco de culto. Toda la gente que quiere recuperar la memoria de los años 80, va a ese disco, porque ahí es donde está realmente la síntesis de lo que era la canción de autor evolucionada, ya con guitarras eléctricas, teclados, bajo, baterías, etcétera.
¿Cómo valora la industria musical actual y su evolución en todos estos años?
Mi viaje a Canarias es una invitación que me hacen Manolo González y Olga Cerpa. Me han hecho un gran favor porque he conocido a la nueva generación, los veinteañeros de ahora que hacen música. No tienen nada que envidiar a lo que he visto en Madrid, Barcelona, Sevilla o Bilbao. Me han impresionado. Veo que el flujo de talento ha crecido. Está El Guincho, produciendo a Rosalía, o a Quevedo en la lista de éxito. Estoy trabajando con el timplista Hirahi Afonso. Acaba de sacar un disco extraordinario, digno de que lo conozca a medio mundo. Y, cómo no, está la venerable presencia de Los Sabandeños, que son como los padres.
Caso SGAE
¿Considera que los derechos de los músicos están mejor en la actualidad?
El mercado ha evolucionado de tal forma con las redes y su proliferación, que cada vez es más difícil. Ahora mismo están los derechos perfectamente defendidos, pero sigue faltando. La tecnología y las costumbres van más rápido que las leyes. Pasa también con los derechos laborales, no solo con los derechos intangibles. Las leyes casi siempre van por detrás de la realidad. Creo que se hace lo que se puede. Se podría hacer mejor, claro, pero se podría hacer mejor en todos los aspectos de la vida de este país, como en la política, en la gestión administrativa, etcétera, etcétera.
¿Cree que se le conoce más por el caso en el que estuvo implicado como presidente de la SGAE o se le recuerda con cariño por su carrera musical?
El impacto de la judicialización del tema de SGAE, en su momento, hizo que aquello pareciera que era lo único que había pasado en mi vida. Afortunadamente, se va descomprimiendo. Salen las sentencias, son todas favorables y además, restitutivas del honor puesto en cuestión. Y ya la gente va recuperando aspectos de una carrera que ahora mismo tiene más de 60 años.
Una carrera musical que continúa
¿Qué ha estado haciendo en estos años?
Cuando salieron las sentencias, lo primero que hice fue escribir el relato de todo lo que pasó con vistas a publicarlo. El próximo año sale el libro. Después recupero mi vínculo musical porque es realmente lo que a mí más me gusta, pero también lo que más ha influido en la construcción de mi pensamiento. He hecho música para dos series en la BBC inglesa. He trabajado para Greenpeace en un proyecto de denuncia a los balleneros piratas. Además, saco un disco el año próximo, porque se cumplen 50 años de la salida de Ciclos, que fue un álbum emblemático en su momento.
Ahora estoy comprometido con Manolo en un espectáculo, que lo que hace es sintetizar un poco las culturas y las influencias que tiene el archipiélago para presentarle al público una propuesta que se llama Canarii, término amazigh de Canarias. Se presenta en noviembre y creo que va a ser un éxito porque es una obra extraordinaria. Ahí es donde he conocido a muchos de los músicos que están ahora mismo renovando el panorama.