Miguel Cedrés conoció la fama al poco tiempo de debutar con Los Coquillos. Un comienzo de su carrera profesional con el que se enfrentó, dice, “a un rápido éxito” que no esperaba. El músico presentó el viernes Verano Mortal, su segundo disco después de once años sin sacar a la luz un álbum, tras haber publicado en 2011 Tarde o Temprano. Su último trabajo lo ha desarrollado con la colaboración de El Quebradero, una productora dirigida por Sergio Miró y Alby Rodríguez. La financiación ha corrido a cargo de un crowdfunding de 1.205 euros.
[Pregunta] ¿Qué ha significado esta campaña de crowdfunding para el lanzamiento de su disco?
[Respuesta] La campaña de Crowdfunding me ha permitido editarlo bien. Yo lo quería editar físico, pero en vez de editarlo de modo simple con el plástico o con un forro muy sencillo lo he hecho con un libreto de 16 páginas y con doble digipack. Así iene ese recuerdo a los discos de vinilo en la funda de cartón, además de con una letra que se puede leer y dentro ves todos los créditos, las letras…
¿Está satisfecho con la cantidad recaudada?
Sí, estoy muy satisfecho, no esperaba lo que recaudé. La verdad es que lo tuve que alargar una semana más, porque lo puse en una semana y aumenté el plazo para incrementar un poquito el crowdfunding, y la gente la verdad es que respondió. Me ha asombrado porque yo no esperaba esta acogida y, probablemente sea por el tema de que yo toqué en Los Coquillos, y como hay mucha gente que nos sigue querrá escuchar el disco.
De no haber contado con El Quebradero, ¿qué habría sido diferente en el trabajo que presenta hoy?
Habría sido muy diferente. El primer disco —Tarde o temprano— lo produje yo, estuve en todas las fases del disco como los arreglos, la producción, las mezclas… Fue algo muy trabajoso para mí. Estuve casi un año grabando guitarra, mezclando, hablando con los músicos y con los distintos colaboradores. Con el nuevo álbum no fue así, fluyó más, porque de los arreglos se encargó El Quebradero —Sergio Miró y Alby Ramírez—. Ellos ya tienen como una especie de equipo como los viejos sellos de Soul, un equipo que ya trabaja con diferentes artistas. Con su apoyo, yo me dediqué a tocar la guitarra, a cantar y a hacer canciones.
¿Que un artista con años de recorrido en la música haya tenido que hacer un crowdfunding pone de manifiesto lo difícil que es sacar un álbum?
Sí, es muy difícil. Hoy en día, quien quiera sacar canciones, lo tiene más fácil que antes porque ahora conseguir un estudio casero no sale muy caro y editarlo en plataformas canción a canción, como hace la gente joven, tampoco sale demasiado caro. Pero yo soy de los de antes como mucha gente que está conmigo. Tengo amigos que me cuentan que les gusta el formato físico. Si hubiera podido sacarlo en vinilo, lo habría hecho, lo que pasa es que sale más caro que el CD.
Lo que pasa es que las discográficas solo apuestan por los grupos y solistas muy veteranos. O también por los que salen mucho en la televisión, como los de Operación Triunfo. Que un artista nuevo destaque y lo fiche una multinacional es muy complicado. Para que ocurra un caso como el de Quevedo implica tener mucha suerte. Las discográficas, después de la bajada de ventas, están un poco de capa caída y ya solo apuestan por lo seguro.
¿No es un objetivo un tanto arriesgado apostar por el formato físico en la época de las plataformas digitales?
No, fíjate que fabriqué 300 y voy a fabricar más. Porque claro, yo soy mi propio productor, pero está funcionando bien el disco. Ya solo con el crowdfunding y la promoción prácticamente me quedan cien discos. Además, en los futuros conciertos y en la presentación espero vender unos cuantos. Ya estoy negociando con quien me fabricó los discos para hacer una segunda tirada, porque veo que lo que hice se me quedó corto.
¿Cree que la autofinanciación dará un valor añadido a su trabajo?
No lo sé. No creo que el hecho de autofinanciarte signifique que el disco sea bueno o le guste a la gente. Yo pienso que, como cualquier disco de multinacional, también puede ser bueno o malo, según las preferencias del público. Yo sigo comprando discos en las pocas tiendas físicas que hay en Las Palmas y también los mando a buscar por Internet. El vinilo está creciendo otra vez, ha repuntado estos últimos años. Sobre todo, tienes que tener buenas canciones, no solo influye cómo lo edites.
¿Cualquier tiempo pasado siempre fue mejor o la nostalgia no siempre nos calienta como dice en La Esquina de los turistas?
Pues no sé, en la década de los 90 se produjo la eclosión del CD y años más tarde cuando se pudo descargar música gratis por Internet, un momento en el que hubo una crisis en la industria y de los artistas, porque la gente no sabía dónde posicionarse. Los artistas tienen que ganar dinero de algo y el tema de no ingresar dinero de la venta física de los discos es algo bastante complicado. Hoy en día tenemos las plataformas, que son acuerdos con las discográficas y lo que ganas por las reproducciones es una cosa muy mínima. No son como los royalties que antes pagaban las casas discográficas a los grupos o a los solistas. Estamos viviendo tiempos diferentes y hay que adaptarse.
Ahora se ha democratizado todo y la gente puede acceder mejor a grabar. Quien tenga talento, haga canciones y componga, si tiene un pequeño estudio que grabe bien, puede hacerlo. Los que se dedican en la actualidad a la música urbana o al reguetón no les sale muy caro, porque tampoco es que utilicen ni bajo ni baterías. Usan bases, utilizan ordenadores, un micro de voz y es muy simple. Hoy hay canciones millonarias que ha costado muy poco producir.
¿A qué sabía el éxito cuando no existían los contadores de reproducción en Spotify?
Era una satisfacción que no te esperabas. Yo empecé a componer con mi amigo Chavanel muchos años antes de Los Coquillos y lo hacíamos como hobbie, nos divertíamos y era un juego para nosotros. La casualidad fue que mi hermano cogió esas viejas cintas de casette y montó un grupo. Me llamó, y cuando debutamos nos quedamos sorprendidos por el rápido éxito. Creo que a principios de los 90 hacía falta un grupo que hablara de cosas de aquí, que fuera divertido y que tuviera cosas curiosas con puntos de vista originales. Los temas de las canciones están todos hechos, pero lo que siempre triunfa es el punto de vista del compositor. El éxito de un tema musical es que el autor te haga ver las cosas de manera diferente.
¿Qué lo influyó más para desarrollar el disco, el rock británico o los veranos de antaño en Arrecife?
Yo creo que el rock británico. Yo soy mucho de The Beatles, de Elvis Costello, de Police, de Oasis… La canción 'Verano Mortal' surge de un riff muy parecido a las canciones que hacía Roberto Carlos en los 70. A mí me gusta todo tipo de música, Los Panchos, Camilo Sesto… Si la música es buena, no le pongo barreras. No soy un rockero dogmático.
¿Qué fue lo que más temió a la hora de embarcarse con este proyecto?
La verdad es que no temí a nada. Al contrario, se me abría un campo. Al yo hablar con Albys y Miró, y ellos tomarse el disco con tanto entusiasmo cada vez me encontraba más animado. Hombre, siempre tengo dudas de mi voz, porque no me considero un cantante al uso. En Los Coquillos quien cantaba era mi hermano y me he tenido que ir acostumbrando a cantar.
De los once temas que conforman el álbum, ¿cuál le recuerda más a nuestra tierra? ¿Cuál le dedicaría a Canarias?
Yo creo que el que más habla de nuestra tierra es 'Verano Mortal'. Habla de mis veranos en Lanzarote, se nombra a un barrio, a la virgen y a las fiestas patronales. Es una canción hecha a partir de imágenes donde la que manda es la melodía y la letra sugiere cosas. Quería transmitir el sentimiento que tenía yo con quince años en esos veranos mortales. Los canarios no utilizamos mortal como adjetivo malo, sino que tiene otro significado más amable.
Me gustaría saber cuál fue el verano mortal de Miguel Cedrés. ¿Cuál recuerda con más cariño?
Muchos [ríe]. Yo todos los veranos iba a Lanzarote, porque mi familia es de allí. Entonces los veranos eran mortales todos. En la playa, con amigos, en la bicicleta… Había de todo, lo pasaba muy bien. Arrecife en aquella época era un pueblo y nos conocíamos todos. Era una ciudad muy pequeña. Recuerdo también cuando venía el lechero con la leche de cabra y eso era lo que desayunábamos.
Usted forma parte de una época en la que un grupo de canarios triunfaba en el mundo de la música y en la actualidad Quevedo ha llegado a ser número uno mundial. ¿Qué tenemos en las islas a nivel musical que triunfamos en épocas tan diferentes?
En Canarias hay muchísimo talento. En los sesenta triunfaron Los Canarios, en los setenta y ochenta lo hizo Palmera. En los noventa estuvimos nosotros y otros grupos como La Nada o Fracaso Escolar. Ahora tenemos a Efecto Pasillo triunfando por toda España y México. Lo de Quevedo tampoco es nada extraño, los canarios tenemos una sensibilidad especial hacia la música.
Me gustaría contar una anécdota: cuando estábamos grabando el segundo disco en Madrid, por las tardes fuimos alguna vez a un karaoke para divertirnos. Y te voy a decir una cosa, casi todos los peninsulares desafinaban. Aquí en las islas vas a un karaoke y la gente afina. Cualquier persona te canta una Isa o una Folía que te deja asombrado. Los canarios, en general, tenemos más oído que los peninsulares según mi experiencia.