Cada cierto tiempo hay debates que vuelven a abrirse. Esta semana la reclasificación de Mary Poppins como película para todos los públicos - “U” (universal) - a “PG” (supervisión parental) a causa de un término racista replantea la idea de si es necesario analizar o revisar obras antiguas desde la sociedad actual, que cuenta con más conocimientos y valores, para detectar esos matices de racismo, machismo, entre otros, que se muestran en distintos productos culturales.
Atlántico Hoy habla sobre el tema con el escritor José Luis Correa, el director de cine Octavio Guerra y la profesora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Blanca Hernández, quienes con su opinión y coincidiendo en sus puntos de vista han dejado el debate en una conclusión, las sociedades cambian y no pueden visualizarse contenidos antiguos con los ojos del siglo XXI.
"Una revisión histórica con mentalidad moderna"
Sí, así es, para las tres personas entrevistadas es normal que los ojos de alguien en la actualidad puedan detectar esos comportamientos que corresponden a mensajes no apropiados. Y hay una razón clave que explica esto, el progreso de la sociedad ha cambiado la forma de pensar y ver el mundo siendo más consciente de lo que ocurre en él.
Para el escritor canario, es relevante tener en cuenta la época en la que se produjeron las películas o novelas, pues “las obras de arte están relacionadas con el tiempo en que se componen”. Correa pone de ejemplo la manera en la que se estudia la literatura en generaciones o movimientos, “porque la obra del artista tiene que ver con su época y no se puede separar de ello”. Por ello, “hacer una revisión histórica basada en la mentalidad moderna es absurdo”. Si se mira todo desde “la perspectiva moderna”, “nadie aguanta esa comparación”.
Evolución de los artistas
Él mismo ve eso en sus primeros libros hace 25 años. “Me gustan mis novelas, pero tienen muchas cosas con las que ya no estoy de acuerdo y no escribiría”, señala, “las cambiaría, pero están escritas en 1998, cuando no me planteaba todo esto”. Para Correa no se trata de una autocensura en sí, sino de una evolución, también del propio artista que en este caso es él mismo.
Es por esta razón que el escritor apunta que el análisis se ha de hacer desde el punto de vista del momento en que se desarrolla la obra; no obstante, resalta, “el problema estaría en que un autor o autora moderna escriba una obra que transcurre en la actualidad y siga reproduciendo esos criterios sexistas, racistas, xenófobos, etc.”.
Inspirada en una época específica
La misma postura mantiene Guerra como director de cine, quien a la hora de dirigir una película prefiere no abordar temas de los que no sabe o en caso de tener que hacerlo, no duda en acudir a personas que puedan aconsejarle.
Ambos creadores coinciden en un aspecto y es que la cosa cambia cuando se trata de una película o novela refleja una época específica de la historia donde esos valores eran los predominantes, pues “si se escribe una novela que transcurre en 1936, por muy integradora que se sea, nadie se va a creer que los personajes actúen de otra manera que no sea como en el 36, en el que eran machistas”, indica Correa. “Como en la serie de Cuéntame”, pone de ejemplo el director canario.
"Las sociedades cambian"
Para ellos, en conclusión, la diferencia se sitúa ahí, en tener en cuenta la fecha en la que se produjo la obra y, si es actual, si aborda algún aspecto histórico. Para Guerra todo este debate es “tema de estudio y de estar pendiente a los cambios”. “Las sociedades cambian y uno no se puede quedar atrás”, atestigua.
Lo delicado se topa en las infancias para las que el cineasta sí hace una pequeña diferenciación y considera la necesidad de revisar los contenidos y plantear reclasificación si es necesario, pero con la puntualización de no pretender reeditar o repensar cada película o libro porque “lo censuraríamos todo”.
Desde una mirada crítica y analítica
Así lo reafirma la profesora universitaria, quien no ve necesarias estas revisiones de los contenidos a niveles generales. Hernández considera que lo importante es “realizar una contextualización crítica y analítica para mostrar los sesgos androcéntricos, sexistas, racistas, etc. que contienen, y poder leerlas y verlas con una mirada crítica e interseccional”.
Es decir, “educar la mirada” sin perder de vista que la cultura “está condicionada por factores políticos, históricos o sociales de cada época” - aunque también “busca un cambio y una transformación social” - y “fomentar el pensamiento crítico para establecer una nueva interpretación de esas obras”.