Hay quienes ven en el mundo que nos rodea detalles que pasan desapercibidos. Hay quienes los plasman en un lienzo con un pincel y quienes, como Will Corvara, los capturan con sus cámaras. A través del visor, el fotógrafo observa más allá todo lo que se esconde entre las luces y sombras.
Corvara, procedente de Madrid, llega a Canarias por primera vez con dos exposiciones, que muestran la naturaleza desde su mirada. Island es una de las muestras que se puede visitar en el restaurante Karbon en el Hotel Baobab en Costa Adeje (Tenerife). La segunda, Botanical, podrá disfrutarse en el Hotel Hacienda de Abajo de Tazacorte (La Palma). Con motivo de esta visita a las Islas, Atlántico Hoy ha compartido una conversación con el fotógrafo.
[Pregunta] ¿De dónde nace esta pasión por la fotografía?
[Respuesta] Vengo de una familia de pintores desde hace cinco generaciones. Desde pequeño, siempre he vivido alrededor de gente pintando. Mi padre tenía una tienda de grabados antiguos en el centro de Madrid y trabajaba con todo tipo de temáticas como retratos, bélicos, arquitectura, botánico o paisajes. Esta estética al final me ha marcado. Lo que pasa es que yo no tengo ni idea de dibujar y pintar, por lo que me empezó a interesar la fotografía de joven. Comencé rollo amateur, sin ningún tipo de pretensión, solo por el placer de hacer fotos.
"Todo tiene su belleza"
¿Y cuál fue el punto de inflexión?
Una época trabajaba haciendo rodajes de cine. En los momentos de más descanso, sacaba mi cámara y hacía fotos un poco documentales, para recordar en el futuro qué es lo que había hecho. Hubo un momento que decidieron que esas fotos podían valer incluso para campañas de publicidad y me las compraron. Ahí fue cuando pensé que igual esto era lo mío. Comencé a hacer cosas a nivel comercial hasta que decidí bajar un poco el ritmo y tener un poco más de libertad. Empecé a crear mi estilo y a hacer mis exposiciones. Eso es maravilloso, porque muy poca gente hoy se puede dedicar a lo que realmente quiere. Parece como que todo el mundo tiene que hacer lo que otra persona le diga. Me da un poco de pena.
¿Qué es lo que más le gusta fotografiar?
Lo que más me gusta fotografiar son aquellas cosas o aquellas situaciones que pasan desapercibidas por el ojo normal o de las personas que tienen otros intereses. Les muestro una realidad diferente. Como que en cada cosa o situación, un poquito banal, todo tiene su belleza y puede ser protagonista en un momento dado.
Un estilo propio
Sus fotografías se caracterizan por el juego de sombras y luces, ¿qué quiere transmitir con ellas?
Quiero que tengan un mensaje claro. Las cosas que brillan son las que llaman la atención, pero no quiero que las personas se distraigan con un motivo solo. Las luces y las sombras hacen preguntas al espectador. Se habla de misterio. Preguntan qué pasa ahí y el por qué. Captan así un poco al espectador.
¿Cree que su estilo de fotografía le ha llevado a que haya gente que reconozca una foto suya nada más verla?
Eso es de las cosas más complicadas que hay en el mundo del arte, que se tenga un estilo que alguien pueda reconocer sin dudar. Es verdad que poco a poco lo estoy consiguiendo y hay gente que me lo dice. Me produce una gran satisfacción porque no es nada fácil. Puede ser que sí, que tenga un estilo bastante definido, pero tampoco me quisiera encasillar. Bueno, es verdad que a mí, instintivamente, me salen esas cosas, pero también es un proceso que lleva su tiempo y evoluciona.
Opinión como artista
¿Se puede vivir de la fotografía?
Creo que sí. De hecho, mis compañeros y yo lo hacemos. Lo que pasa es que hay que dedicarle mucho esfuerzo, tiempo y recursos. Esto tiene muchísimo trabajo, sobre todo para desarrollar la mirada. No es cuestión de hacer solo lo que me gusta. Eso lo hacía con 15 años cuando no tenía ninguna intención en la vida artística. Ahora hay un discurso detrás, y eso al final lo da un bagaje vital - los viajes, la gente con la que te rodeas, lo que escuchas, lo que ves, con quién hablas, todo -. Así se construye una personalidad artística y no es de un día para otro. Y también hay que hacer muchísima fotografía para saber en qué momento se está haciendo algo bueno porque hacer cosas bonitas no quiere decir que sean buenas.
Como artista, ¿qué opina del uso de la inteligencia artificial?
Me parece que el uso es fundamental. Al final es como el momento en el que aparecieron los coches y los caballos se quedaron atrás, y se creyó que habría que matarlos. Al final las cosas conviven. Aquí pasa un poco igual. Lo veo como una herramienta que se puede utilizar, pero sobre todo para procesos de rapidez a la hora de generar unos resultados. Yo lo he utilizado para cosas un poquito más comerciales, pero no para el mundo artístico. No sé cómo va a evolucionar la fotografía en este sentido. Pero creo que usarlo como herramienta es fundamental, si no nos vamos a quedar atrás, ya sea en fotografía o en cualquier ámbito de profesión. Y bueno, espero que no se nos vaya de las manos, es lo único.
Su carrera fotográfica
¿Qué supone contar con estas dos exposiciones en Canarias?
Me supone una satisfacción muy grande, sobre todo la de La Palma. Los dueños del hotel son coleccionistas de arte y cuando vieron mi trabajo les llamó la atención hasta el punto de formar parte de la colección del propio hotel. ¿Qué más quiero en la vida? Y en el otro lado, en Tenerife, pasa igual. Es un sitio donde todo es muy reconocido, donde se exponen cosas de mucho nivel y estar compartiendo ese espacio con este tipo de obras es un privilegio.
¿Cuáles son sus planes de futuro dentro de su carrera fotográfica?
Estoy preparando una exposición para el Ateneo de Madrid, que será en primavera. Todavía no tengo la fecha cerrada. Además, el año que viene sale un libro que me ha encargado Anaya Photoclub, el sello de fotografía de la editorial, que se va a llamar Cultura Audiovisual. En él recopilo lo que creo que todo fotógrafo, artista o creativo en sí tiene que tener para poder trabajar bien, como un saco visual de referencia.