I Love Reggaeton Tenerife 2024: “Verso a verso” me enamoré de ti

"Si tú también eres de esos que abjuraban del reggaeton tendrías que haber estado en este concierto"

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La magia de las K-Narias en el I Love Reggaeton./ CEDIDA
La magia de las K-Narias en el I Love Reggaeton./ CEDIDA

Para empezar diré que es el final. Los fuegos artificiales, pocas veces tan cerca, caían sobre una multitud que, expectante, repasaba mentalmente el listado de artistas con la esperanza de que quedase aun ese último himno al alba.

Tenerife había dado la bienvenida a I Love Reggaeton, un festival que pasó por Gran Canaria hace unos años y que, tras lo de este viernes, no sorprendería que regresase más pronto que tarde a Canarias.

Lo podría hacer con el mismo cartel (gracias Sharemusic!, esto tiene futuro) porque a fe mía que un inmenso porcentaje de los que se dieron cita en la explanada del puerto de Santa Cruz volverían.

Como premisa, el cronista que prefiere a Vetusta Morla que a Yandar & Yostin (pintando Pajaritos en el aire). Si tú también eres de esos que abjuraban del reggaeton tendrías que haber estado en el concierto. ‘0 fayos’.

Bien es cierto que sería más acertado hablar de ‘reggaepop’, entendido el concepto como la parte más comercial de un estilo musical que se ha convertido en el leitmotiv de aquellos nacidos en los albores del siglo XXI.

Para ellos escuchar “que no te vistas que no vas, que no me vuelvas a buscar” es como el Changes de Tupac y el Wondewall de Oasis, el In the Air Tonight de Phil Collins o cualquiera de las setenteras canciones de ABBA. Cada década tiene lo suyo.

K-Narias

No fui obligado pero sí solo. Casi quería no disfrutarlo pero no pude conseguirlo. La magia surgió desde el primer compás y, si se me perdona que haga patria, el (temprano) momento de las K-Narias, ataviadas con un vestuario más canario que los tenis de Clavijo, fue con poca discusión el culmen de la noche.

Otro acierto de la organización porque a partir de ahí todo fue para arriba, nadie quería borrarse. ¿Cómo se podría? El espíritu indeleble de Don Omar, presente pese a su ausencia, se erigió como el hilo conductor de la noche. Sus composiciones más memorables sonaron repetidamente. Tanto es así que Danza Kuduro clausuró la noche.

También se escuchó Dile y Dale, canciones que nunca hubiese compuesto Serrat pero a ver quién es el guapo que dice que no valen. Cuestión de décadas, del paso del tiempo y de esos temas que hicieron que tuviera sentido esa incongruencia de las mariposas en el estómago.

El Papi Chulo de Lorna fue otro de los grandes himnos del evento. Inolvidable a su vez Henry Méndez y sus Rayos de Sol, otro imprescindible para el público isleño. Me encantaría darle un párrafo a todos los artistas, todos se lo merecen.

Ahora me veo aquí, tarareando muchos de los singles que sonaron anoche mientras escribo loas sobre esa música que siempre denosté.

Me engaño. I Love Reggaeton me ha dado un baño de realidad. Canción a canción, “verso a verso”, me enamoré de ti.

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