A lo largo de la historia de Canarias, el patrimonio cultural del Archipiélago ha sufrido ciertas modificaciones que pueden ser cuestionables —realizadas de manera impulsiva o, simplemente, porque no se contaba con los recursos y planteamientos actuales—. “Las intervenciones que se hacían en materia de patrimonio arqueológico e histórico artístico en el pasado no contaban con el rigor con el que tendrían que haberse realizado porque tampoco había una mayor sensibilidad en estas cuestiones”, asegura Julio Cuenca, arqueólogo e impulsor de la asociación Legado Canario.
En Gran Canaria se puede hablar del caso del Cenobio de Valerón o la Cueva Pintada de Gáldar, que fueron intervenciones realizadas a la par, al principio de los años 70. “Estas no se hicieron con la metodología adecuada porque, en aquel entonces, la metodología tampoco estaba muy desarrollada”.
Manual de las malas intervenciones
En la Cueva Pintada entraron tractores, vaciaron todos los rellenos que había en el entorno y realizaron unos trabajos “realmente penosos”. Cuenca asegura que “la intervención se hizo muy mal y, de hecho, la cueva se cerró con un frente de hormigón que alteró el microclima de la misma y provocó que las pinturas comenzaran a resecarse y a perderse”. Dentro de la cueva se pusieron unos reflectores dirigidos hacia las propias pinturas “que terminaron por descorchar los pigmentos, una cosa muy lamentable”.
En el caso del Cenobio de Valerón se montó toda una escalera para que los visitantes pudieran acceder al granero fortificado. Pero, además, en la parte de arriba, en la base del granero, “se montó una plataforma de hormigón que tapó mucho del patrimonio arqueológico que allí había”, explica Cuenca. “Estas son intervenciones que realmente forman parte del manual de qué es lo que no habría que hacer con el patrimonio”.
Convento de San Francisco
Después de estas dos intervenciones, que Cuenca considera “icónicas”, en Gran Canaria ha habido algunas más. Entre ellas se encuentran los restos del antiguo convento de San Francisco, “el primer edificio conventual que se hace en la isla”. El arqueólogo cuenta que mientras en Gran Canaria aún no había acabado la conquista, ya este convento se estaba construyendo.
Según Cuenca, el edificio fue arrasado por el propio Cabildo de Gran Canaria con la idea de construir allí el nuevo Museo Canario. Pero ese proyecto nunca se terminó de desarrollar y la zona empezó a usarse como aparcamiento. Luego, el Gobierno de Canarias decidió construir allí el conservatorio de música, “un edificio horroroso que rompe con la tipología arquitectónica de la zona Vegueta-Triana”.
Antes de esto, Cuenca y su equipo realizaron una excavación arqueológica por concurso y aparecieron todos los vestigios del antiguo convento, como la farmacia o la zona de enterramiento). "Y, tras un año excavando, planteamos que se modificara el proyecto del conservatorio y que esa planta, que estaba destinada a garaje, se dedicara a construir un museo de sitio”, explica. Sin embargo, el contrato finalizó “y al día siguiente entraron los tractores y destrozaron todo el yacimiento”.
Historia encerrada en almacenes
Cuenca no duda en afirmar que uno de los peores golpes al patrimonio cultural grancanario fue el del cementerio aborigen que se encontró mientras se estaba construyendo la autopista del sur a la altura de Maspalomas. Él era inspector general de Patrimonio en aquella época y detuvo la obra porque estaban apareciendo restos humanos durante los trabajos. “Parar una autopista, eso no se había hecho nunca”, expone. Comenzaron las excavaciones para conocer el origen de aquellos restos y se dieron cuenta de que estaban ante una necrópolis aborigen, “quizás la más grande que se conozca”.
“Planteamos a la Consejería de Obras Públicas la modificación del trazado”, recuerda, pero la respuesta fue obvia y esperada. “Respondieron que no era posible, pero aun así llegamos a un acuerdo”. Se llevaría a cabo una obra de excavación de gran envergadura, “se cortaría la necrópolis como un gran bloque de queso” y la montarían en otro sitio. La idea era construir un gran edificio donde la necrópolis se ensamblara, se pudiera visitar y se usara también para la investigación.
Sin embargo, y aunque consiguieron llevarse los restos de la zona de la autopista a un almacén provisional en Lomo Gordo, “la consejería incumplió el contrato y, desde los 90 hasta el día de hoy, los restos siguen en esos almacenes”.
Subsanar los daños
El Cenobio de Valerón es uno de los yacimientos arqueológicos más emblemáticos de Canarias, a la par que uno de los de mayor interés de Gran Canaria. Se trata de un lugar de almacenamiento, un impresionante granero fortificado realizado y utilizado por la antigua población de Gran Canaria hace más de 800 años y que fue declarado BIC en 1978.
Para subsanar los daños ocasionados con las intervenciones de los años 70, el Cabildo de Gran Canaria eliminará la plataforma por la que, actualmente, acceden las y los visitantes para contemplar el yacimiento desde su zona frontal, con el fin de recuperar la orografía original del enclave.
De forma paralela, se llevará a cabo una excavación encaminada a la recuperación, análisis y estudio de los materiales arqueológicos localizados en los rellenos que se utilizaron para construirla, puesto que las y los técnicos del Servicio insular de Patrimonio Histórico tienen constancia, por informaciones de personas que trabajaron en la construcción de dicha infraestructura, de que se usaron los depósitos arqueológicos del interior del granero y sus silos como material constructivo para ejecutar la obra.