En estos días en los que aparecen ladrones por todas partes, mangantes que se enriquecen sin rubor y sin vergüenza, chisgarabises que quieren ir de listos y que no se ruborizan ni ante las mentiras de sus propios espejos, uno se pone a salvo en la música y en el arte. No conocía a Guante Blanco, los escuché el pasado miércoles en la entrega del IV Premio de Novela de Misterio e Intriga Ciudad de Las Palmas. Sí conocía por separado a sus miembros, especialmente al pianista y profesor del Conservatorio Antonio Brito. Uno se deja robar durante un rato todos los sentidos desde que el gran José Carlos Campos empieza a cantar, a interpretar, a recitar, y a romper poco a poco las cortinas de lo que es real, al tiempo que Antonio Brito, el piano, y Paula Conde, en el bajo, desgranan la melodía de boleros, tangos, música de cabaret y tonadas que nos elevan al séptimo cielo y nos alejan de esos otros sinvergüenzas que salen por todas partes.
Paula Conde, también es pedagoga y profesora en el Conservatorio, y José Carlos Campos terminó sus estudios de Arte Dramático, ha vivido y trabajado en muchos países, y ha dejado su impronta en proyectos teatrales cercanos e inolvidables. Hablo de la formación y del camino de cada uno de ellos, porque solo desde la confluencia de esos esfuerzos individuales y constantes, se entiende la magia de Guante Blanco, ese robo maravilloso que arrebata nuestros sentidos desde las primeras notas y las primeras palabras. Bola de Nieve, Sabina, Paquita la del Barrio, tangos, coplas, rancheras, boleros inolvidables y gran parte del repertorio del music hall y de los cabarets, todo eso y mucho más, señoras y señores, ladies and gentlemen, es lo que ustedes encontrarán cuando vean anunciado que actúa este grupo en algún acto o en algún teatro. Uno quisiera seguir con el juego Tropicana de Guillermo Cabrera Infante en Tristes Tigres, esa novela coral y oral, que cuenta muchas de las canciones que sonaron hace unos días en el edificio Quegles de Las Palmas de Gran Canaria. Fue sin duda un gran acierto el juego literario y musical que se planteó desde un primer momento porque la literatura también es música, y la música, cuando se cruza con un intérprete tan prodigioso y tanta fuerza como José Carlos Campos, se reinventa cada segundo, como mismo lo hace cuando Antonio Brito rebusca en el piano las reminiscencias de su alma y cuando Paula Conde vuela alto con las cuerdas del bajo. Yo aún vivo y revivo el sueño de esa noche de invierno en un patio en el que olvidamos el frío desde que nos abrigaron con la música y las palabras. Estén atentos a Guante Blanco y dejen que el arte, la interpretación, y esa extraña alquimia que uno no sabe de dónde viene, logre el milagro de convertir lo terrenal en un eco interminable de belleza y de vuelo alto. Brindo por la grandeza de estos músicos y de quien canta improvisando la melodía extraña de la vida para que descubramos nuevos mundos que nos ayuden a vivir en nuestros propios mapas.