Cada vez son menos frecuentes en las casas canarias, pero muchos isleños seguro que guardan grandes recuerdos alrededor de ellas. Popularizada en el siglo XIX, la Sillas Victorieras son un elemento mobiliario muy común de la historia de los hogares de la isla de Tenerife, pero especial de la historia artesanal del municipio de La Victoria de Acentejo.
Por ello el Cabildo de Tenerife ha anunciado la declaración como Bien de Interés Cultural inmaterial de estas sillas, con la categoría de Técnicas Artesanales Tradicionales. Se trata de una iniciativa impulsada desde hace una década por el Ayuntamiento de La Victoria, que ahora, por fin, recibe esta protección.
La historia de la silla
Estos muebles se denominan con el nombre del municipio donde comenzaron a fabricarse de manera artesanal durante los siglos XIX y XX. Son una sillas robustas construidas a partir de maderas resistentes, con detalles sencillos y un respaldo reconocible por su altura que parte de sus patas. Además está rematado por una línea en ballesta de una o más curvas, según el modelo, con un cabecero curvo que se eleva de manera acentuada en su parte central.
Una característica reseñable de estas sillas es que la unión de sus diferentes piezas no necesita de clavos, sino que se ensamblan unas con otras con espigas o cuñas.
La historia de estas sillas viene de la influencia de los comerciantes ingleses que comerciaban con las islas durante el siglo XVIII. Todo proviene de las sillas de estilo inglés Chippendale, que toman su nombre de un ebanista con ese apellido. Así la Silla Victoriera en realidad hace una adaptación de la inglesa pero con una decoración más sencilla. Para su acabado se utiliza un sutil fondo de barniz mate, que mantiene el color de la madera elegida.