Un hallazgo fortuito por parte de un aficionado a la arqueología ha llevado a descubrir un yacimiento prehispánico con 225 conchas marinas que probablemente componían ocho colgantes. El descubrimiento tuvo lugar en un tubo volcánico del entorno del Salto de Tigalate en Villa de Mazo, en La Palma. El yacimiento también albergaba un hueso trabajado por la sociedad benahorita.
El entorno donde se han hallado las conchas es un tubo volcánico que era usado como cueva funeraria y que conserva algunos restos humanos prehispánicos, aunque ha sufrido un continuado expolio, según ha apuntado el Gobierno de Canarias en un comunicado. Pese a ello, en una fisura lateral del propio tubo volcánico un aficionado a la arqueología, Yeray Rodríguez, encontró una colección de colgantes compuestos por 225 conchas marinas datadas entre los siglos XII y XIII.
Actuación ejemplar
Los resultados del hallazgo se han presentado este jueves de la mano de la Dirección General de Cultura y Patrimonio Cultural con la participación de Miguel Ángel Clavijo, director general de Cultura y Patrimonio Cultural, Sergio Rodríguez, presidente del Cabildo insular de La Palma, Idafe Hernández, alcalde de Villa de Mazo, Efrain Marrero, codirector de la intervención, y Yeray Rodríguez, responsable del hallazgo casual.
Tal y como ha destacado Clavijo, la colaboración ciudadana ha sido fundamental para seguir redescubriendo el patrimonio cultural de Canarias. En misma posición se expresó la consejera de Universidades, Ciencia e Innovación y Cultura, Migdalia Machín, quien apuntó que el modo de actual de Rodríguez, quien llamó a Patrimonio al tener conocimiento del yacimiento “ es el camino que debemos fomentar para evitar expolios porque fin y al cabo, toda la ciudadanía tiene derecho a conocer su pasado a través de estas piezas”.
Investigación arqueológica
Tal y como señaló el codirector de la intervención, “se trata de un hallazgo excepcional pero no único en La Palma”. Tal y como recogió el Gobierno de Canarias en un comunicado, este tipo de piezas malacológicas trabajadas, pulidas y perforadas es muy común en las islas aunque “nunca se habían encontrado en tanta cantidad”. Este tipo de depósitos “suelen estar cerca de yacimientos funerarios” como es el caso de la Cueva de la Higuera en Barlovento donde se localizaron 68 conchas de las mismas características dentro de un recipiente cerámico.
Tal y como recoge el comunicado, los vestigios recolectados en el litoral se encontraban dentro de una grieta a 100 metros desde la boca de acceso al tubo volcánico en unas condiciones muy extremas de humedad y temperatura por lo que su estado de conservación era bastante frágil. Para realizar la intervención arqueológica en unas condiciones estables se tuvo que desmontar parcialmente un bloque natural que impedía recuperar las piezas mediante un registro minucioso tridimensional.
10 siglos atrás
Según informan se pudieron realizar 15 levantamientos en 3D de la superposición y acumulación de cada uno de los elementos arqueológicos. Además de las 225 cuentas de moluscos, “la mayoría son conchas que pertenecen al taxón de los ostrones, seguida del conus y luego la lapa”, explicó el arqueólogo, se recuperó un hueso y materia orgánica tanto del resto vegetal que recubría ambos conjuntos como unos carbones que estaban debajo de uno de los depósitos.
Informan que "para determinar la cronología de este yacimiento, se realizaron dataciones de Carbono 14 tanto a los restos vegetales, la envoltura vegetal y la madera carbonizada, así como a los restos óseos, una falange humana y un diente de ovicáprido que se encontraban en el contexto funerario próximos a esta colección ornamental". Los resultados mostraron que el depósito ornamental dio una datación absoluta entre los siglos XII y XIII mientras que el depósito funerario es anterior, entre los siglos X y XI, por lo que “no podemos establecer una conexión física directa de ambos contextos”, subrayó Marrero.
Más estudios
Tal y como apunta el comunicado, en el estudio preliminar de los vestigios en el laboratorio, el equipo de PRORED ha percibido que los colgantes han sido reutilizados porque muchas de las piezas tienen doble perforación, “hay un desgaste de una perforación original por la erosión provocada por el uso del material que estaría engarzando cada una de las cuentas y al romperse, se reparan”, aseguró Marrero, “por lo que hay un apego a estos collares que podrían tener diferentes combinaciones individualizadas”. Una hipótesis se resolverá en futuras fases de trabajo en un laboratorio de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria a través del estudio de las huellas y la utilidad de las piezas.
Tal y como apuntan se trata de un trabajo multidisciplinar en el que colaboran especialistas en arqueología, espeleología, biología, restauración y química de empresas privadas como ARQUEOMETRA, PRORED o VOLCANIC LIFE e instituciones públicas como las universidades canarias además de personal técnico del Gobierno de Canarias y el Cabildo insular de La Palma.