La lucha de Benito Pérez Galdós para que Iglesia y educación no estuvieran vinculados

La investigadora grancanaria Salvadora Luján-Ramón estudió el ideario del escritor como propuesta para mejorar la educación actual

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Benito Pérez Galdós y su lucha para que Iglesia y educación no estuvieran vinculados / CULTURA CABILDO DE GRAN CANARIA
Benito Pérez Galdós y su lucha para que Iglesia y educación no estuvieran vinculados / CULTURA CABILDO DE GRAN CANARIA

El ideario pedagógico de Galdós, como propuesta para mejorar la educación actual. Esta es la base de la investigación de Salvadora Luján-Román, que defiende a Galdós como el gran pedagogo español. “Muchas de sus ideas respecto a la educación se pueden aplicar también hoy en día, son cosas que él ya denunciaba en su época y que todavía no se han terminado de implementar”, explica la investigadora. 

Ella misma realizó su tesis doctoral respecto a este tema —recibió el premio ‘Peter Bly, otorgado por la Asociación Internacional de Galdosistas— y esto culminó en la publicación del libro Galdós y la educación: fundamentación de su ideario pedagógico. En esta obra se muestra que es posible establecer una filosofía pedagógica galdosiana y, por tanto, se puede considerar a Galdós como un pedagogo nacional, cuyos postulados pedagógicos pueden ser sistematizados a partir del análisis de sus textos. 

La obra se presenta en la Casa-Museo Pérez Galdós, dentro de la jornada de celebración del 180 aniversario del nacimiento del escritor grancanario, el 10 de mayo, a las 19:00 horas. La entrada es libre, hasta completar aforo.

El peso de la religión

Una de las afirmaciones del trabajo de esta investigadora es la que se refiere a los problemas endémicos de la educación en España, ya desde los tiempos de Galdós. “Otro de los puntos sin resolver es el quitar el peso que tiene la institución eclesiástica en la educación”, asegura la escritora. “Es una guerra que ya en la época de Galdós se daba y él en 1910 da unas manifestaciones que criticaban que la Iglesia siguiera estando en el mundo civil”. Aunque el escritor no criticaba la religión, sino a la Iglesia como institución. 

Luján también destaca la necesidad de “darle cobertura a las personas que hoy llamaríamos con necesidades educativas especiales”, asegura. “Cada vez se hace más y el cierre de los centros de educación especial está muy bien en la teoría, pero tiene que hacerse bien y mandar los apoyos necesarios al aula”, añade. 

Retrato de Benito Pérez Galdós
Retrato de Benito Pérez Galdós

Ley educativa 

Por un lado, Galdós defendía la existencia de una institución independiente del gobierno de turno que estipule la ley educativa y el currículum escolar. “Seguimos teniendo el mismo problema: cada vez que cambia el partido de gobierno, cambia la ley educativa y esto es una locura”, asegura Luján.

Después de una investigación exhaustiva de toda la obra ficcional de Galdós y parte de la no ficcional —cartas, discursos, publicaciones en periódicos, prólogos, etc.—, Luján demuestra que es posible establecer unos postulados pedagógicos concretos que subyacen a toda la obra del autor y que resume en un decálogo de principios pedagógicos que se recogen y explican de forma resumida en este libro. 

El político grancanario también remarcaba la importancia de profundizar en las necesidades reales de España. “Es decir, no puedes traer teorías de fuera solo porque estas funcionen e intentar aplicarlas en el país sin adaptarlas”, expone. 

Sesgo ideológico

“Galdós absorbió lo mejor que podían ofrecerle españoles y extranjeros y lo adaptó a las condiciones de su país, ofreciendo ejemplos ficcionales de hacia dónde debería derivar la enseñanza moderna”, detalla la autora. Para Luján, la intención es buena pero el fallo base es que existen dos Españas con dos visiones totalmente distintas “y cada ley tiene un sesgo ideológico diferente”. 

“Hablamos que necesitamos una educación integral que no solo puede ser una cuestión intelectual —aprender matemáticas y lengua o saber dónde está cada comunidad autónoma en el mapa— sino saber relacionarse con la gente e introducir cosas más atractivas que forman parte de la vida práctica: aprender a ahorrar, leer contratos… La educación por competencias tiene esa teoría, pero la aplicación en el aula no es real porque no se está teniendo en cuenta lo que tenemos delante”, concluye la escritora.