Una periodista hace historia con el primer pregón cofrade femenino en Sevilla

La periodista sevillana Charo Padilla ha pronunciado el pregón de la Semana Santa de la capital andaluza, que por primera vez en sus 80 años de historia ha tenido a una mujer

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La periodista sevillana Charo Padilla ha pronunciado el pregón de la Semana Santa de la capital andaluza, que por primera vez en sus 80 años de historia ha tenido a una mujer como protagonista, una de las profesionales que más de cerca ha seguido a las cofradías sevillanas durante su carrera profesional.
    
Tras los sones de ‘Madre Hiniesta’, marcha cofrade compuesta por su marido, Manuel Marvizón, Padilla ha tenido un recuerdo al músico Rafa Serna, recientemente fallecido, y ha ido desgranando sus "recuerdos más íntimos, de Dios, de creencias, de devociones aprendidas con los años, de parte de tu vida, de mi vida, de la gente que me quiere”.
Padilla ha dicho que ha convertido en pregón lo que "tantas veces" ha contado a través de la radio”, con la que ha logrado que su voz no sea "extraña", porque puede que haya acompañado al oyente una tarde de soledad, "o en esos días eternos a los pies de una cama de un hospital”.
    
Charo Padilla ha tenido un recuerdo especial para su madre, explicando que uno de sus primeros recuerdos cofrades fue un Jueves Santo cuando tenía 10 años y acudió con ella a ver a La Macarena, cuando sintió que “se notaba que tenían confianza, que se habían contado sus cosas en más de una ocasión”.
    
Su presencia como mujer en el atril la ha unido a la historia de Carmen Medina, maniguetera de la Esperanza, que ahora tiene 85 años y ha estado presente en el pregón, recordando la historia de su madre, que realizó estación de penitencia como nazarena cuando a las mujeres no se le permitía, y fue descubierta ya en la iglesia al final del recorrido.
    
Su pregón ha sido un recorrido continuo de vivencias, de recuerdos a su familia, de su recorrido micrófono en mano por las calles de Sevilla, en “una Semana Santa que marca nuestra existencia”, de las estampas con las imágenes que son un altar improvisado en cualquier momento, de barrios “que brillan por sí mismo” aunque haga mal tiempo en la salida de las cofradías, como el Cerro del Águila, y de centenares de experiencias personales.