Un gol de película (de risa)

La acción es muy posible que la hayamos visto en alguna película de Charlot o Buster Keaton. O seguro, en una película española costumbrista de los años sesenta.

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La acción es muy posible que la hayamos visto en alguna película de Charlot o Buster Keaton. O seguro, en una película española costumbrista de los años sesenta. Que se sepa, la jugada no está en 'Youtube', pero es probable que aún se conserve en los archivos de TVE. Parece el guión de una película de risa, pero es real: cómodo saque de puerta del guardameta, balón que golpea en la cabeza de un defensa que está de espaldas a la portería y demasiado cerca del portero, parábola milagrosa del balón... y gol en propia puerta. El 'milagro' ocurrió el 4 de octubre de 1987 en La Rosaleda, en el minuto de 73 de un Málaga-Tenerife. Y la carambola sirvió para que el grupo que dirigía Martín Marrero lograra su primera victoria de la temporada como visitante.

En ese tiempo, al 'nuevo' Tenerife le costaba adaptarse a la Segunda División tras el ascenso logrado el curso anterior ya con Martín Marrero en el banquillo y con Javier Pérez en la presidencia, ambos como líderes visibles de la 'alternativa' que había puesto fin al régimen de Pepe López. El conjunto blanquiazul había debutado con victoria (3-1) ante el Recreativo en la primera fecha, pero sumaba cuatro partidos sin ganar. Y tres días antes había sido goleado (1-4) en el Heliodoro por la UD Las Palmas en una eliminatoria de Copa del Rey disputada a partido único en la que Narciso anotó los cuatro tantos amarillos. En la sexta jornada liguera, la visita a La Rosaleda no era el mejor escenario para iniciar la recuperación.

A un Tenerife que era decimoquinto y podía caer a zona de descenso le esperaba allí el líder invicto, un CD Málaga construido y diseñado para el ascenso a Primera División con Ladislao Kubala en el banquillo. Los veteranos Juanito (ex Real Madrid) y Esteban (ex Barcelona) eran los referentes de un equipo que también contaba con el portero Szendrei, los defensas Clemente, Antonio Hierro y Ruiz o los delanteros Husillos y Paquito. El Tenerife opuso esa tarde a: Aguirreoa; Toño, Quique Medina, Pedro Martín, Campello; David, Guina, Mínguez, Víctor; Chalo (Camacho, 82’) y Julio Suárez (Rommel, 85’). Los jugadores eran ofensivos, aunque el planteamiento, no hay que engañarse, fue conservador. En realidad, muy conservador.

El Málaga pudo llegar con ventaja al descanso, pero Husillos (22’) –que ese curso ascendería con el Málaga y al siguiente lo volvería a hacer con el Tenerife– mandó “a las nubes” un penalti cometido por Campello. Eso sí, al iniciarse la segunda mitad marcó José Hurtado desde fuera del área. Y la sentencia parecía inminente. Sin embargo, Mínguez (58’) empató en una acción aislada y a los locales les llegaron las urgencias. Tantas que, tras recoger un balón inocente llegado a su portería, Pepe Szendrei quiso sacar a toda prisa. Lo hizo con un envío muy potente, pero muy mal dirigido. Concretamente, hacia la cabeza de Miguel Ángel Ruiz, que estaba de espaldas y nada pudo ver. Sí sintió el golpe y cayó desplomado.

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Formación del CD Tenerife de la 87/88. | ACAN

Cuando se levantó, Ruiz vio que había sido el autor del definitivo 1-2. Luego, ya se ha dicho, el grupo dirigido por Kubala ascendió a Primera División. En realidad, se se salió de la tabla y subió a falta de cinco jornadas. Y por el camino descubrió a un imponente mediocentro de 19 años llamado Antonio Mata, que con el tiempo sería leyenda del Tenerife. Eso sí, para el recuerdo eterno queda aquella primera derrota del imbatible Málaga por culpa de un gol imposible. De risa. Y de verdad.