"Mami", como la llaman las compañeras de las clases de gimnasia acuática a las que solía acudir varias veces en semana para mantenerse en forma, no se conforma con los WhatsApp y los mensajes de voz que envía con frecuencia a sus cuatro hijas y ocho nietos para contarles cómo le ha salido la fabada o cómo se encuentra su marido, de 87 años.
Dolores, que maneja con soltura Whatsapp desde hace cuatro años, ha decidido dar un paso más y, con la ayuda virtual de otra de sus nietas, ha aprendido no solo a recibir sino también a realizar videollamadas.
"No lo había utilizado pero sabía que existía porque ya alguna vez me habían hecho estas llamadas", asegura la anciana en una entrevista telefónica, en la que afirma que esta aplicación de mensajería le permite estar en contacto estos días de "secuestro", como ella se resigna a definirlos, con sus seres queridos.
Sin embargo, la falta de contacto físico con sus familiares, por tratarse de un perfil de alto riesgo, no evitará que Dolores y su marido, José Antonio, pasen este sábado unas horas con su nieto y su hija, unos desde su piso en Santa Cruz de Tenerife y otros desde su casa a las afueras de la capital, a poco más de ocho kilómetros de distancia.