Las catástrofes como la reciente DANA que devastó Valencia y Albacete revelan la verdadera solidaridad y la efectividad de los líderes en tiempos críticos, exponiendo una gestión política deficiente ante más de 200 víctimas mortales y extensos daños. Este fenómeno meteorológico, recurrente en el Levante español, evidencia cómo la expansión inmobiliaria sin control y la falta de previsión en la ordenación urbanística en áreas de riesgo agravan el impacto, mientras que la negación del cambio climático y el desinterés político por equipos de emergencia y clima, sustituidos por prioridades discutibles, sugieren que estas tragedias podrían repetirse.