Loading...

Sociedad

La sombra de los árboles podría ayudar al PIB, al empleo y a la salud de los canarios

En muchos países los arboles son indispensables para mejorar la salud de las personas que están ingresadas en hospitales el interés en el aprendizaje de los más pequeños en las escuelas

3 minutos

Árboles en la Rambla de Santa Cruz de Tenerife. / ATLÁNTICO HOY - BELA CABRERA

La sombra de los árboles podría suponer un aliciente para Canarias en cuanto a mejorar su PIB, el empleo o la salud de las personas que viven en el archipiélago.

El profesor de Sociología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Eugenio de Casia Reyes, insistió este jueves en el Parlamento de Canarias que hasta mediados del siglo XX la sombra era un vector económico. No solo eso, sino que en muchos países los arboles son indispensables para mejorar la salud de las personas que están ingresadas en hospitales o para mejorar la vida académica de los más pequeños en las escuelas.

De Casia hizo esta apreciación con motivo de una Comisión que ha acogido este jueves el Parlamento sobre la proposición de ley de iniciativa popular de protección del arbolado en Canarias, donde también participó Francesco Salomone Suárez , quien puntualizó las carencias que presenta dicha ley.

Más de 30.000 puestos de trabajo

El sociólogo explicó que los ingenieros, cuando no había transporte rodado y era a través de animales, calculaban la cantidad de sombra que necesitaban para ello. Ante este motivo insistió en que el reto está en que la sombra podría aportar al PIB de Canarias en torno al 17 o al 20 por ciento, como lo hizo en el siglo XIX, y puede generar más de 30.000 puestos de trabajo vinculados a sectores vulnerables y sostenibles.

Mencionó que el desafío del siglo XXI en los entornos urbanos es el llamado fenómeno isla de calor que se produce en las ciudades, ya que la diferencia de temperatura entre las zonas de arbolados y las zonas sin arboles tienen consecuencias para la carga de salud. Ante esto puso en relevancia la figura del arbolado hospitalario instaurado en muchos centros sanitarios de Europa y la manera en la que estudios científicos demuestran que un 20% de los ciudadanos que tienen vistas desde su ventana a los arboles se recuperan más rápido que los que no tienen esa vista. También que 20 minutos caminando por arbolado mejoraría la tensión arterial.

A su vez beneficiaría al sistema educativo, y puso de ejemplo países como Dinamarca donde por ley es obligatorio el concepto de aulas verdes. “Estudios científicos demuestran que si los escolares están 20 minutos en un entorno arbolado mejora su interés en el aprendizaje y disminuye el fracaso escolar”.

Carencias en la ley de protección del arbolado en las Islas

Por su parte, Francesco Salomone fue el encargado de puntualizar cuáles son las carencias de la ley cuestionando varios de sus puntos. Primero insistió en que tanto los jardines como el arbolado urbano deben considerarse patrimonio cultural sobre todo en cuanto a los jardines históricos. También mencionó que ella norma habla de las podas en general, algo que ven “impreciso y muy indeterminado” porque no se ajusta “a la casuística que nos encontramos los jardineros”. En este sentido puso de ejemplo el municipio La Laguna, donde hay 25.000 árboles urbanos con 300 especies distintas.

Apuntó que la norma habla de que “en caso de talas se pueden hacer trasplantes”, por lo que insistió en que “no todas las especies son trasplantables” y propuso que “cuando se retire un árbol haya una compensación económica o sustitutiva”. A su vez hizo una referencia a que la ley señala que lo ideal sería que el inventario municipal del arbolado urbano se actualice cada diez años, tiempo que Salomone considera muy largo. “Hay que ser consciente de que su elaboración tiene un coste que a lo mejor no pueden soportar municipios pequeños, por lo que deberían de tener algún tipo de apoyo”.

Asimismo, puso en valor la seguridad de los espacios públicos ya que “se han visto algunas enmiendas para la ley con tendencia a amontonar los jardines”. Recordó que hay sitios recónditos con inseguridad y que es mejor que los espacios estén despejados. En este sentido aseguró que no hay estudios que avalen unas cifras que recoge la normativa, como por ejemplo la necesidad de un árbol por cada tres habitantes o un mínimo de 10 metros cuadrados de zona verde. “La OMS nunca ha hecho esa recomendación”, explicó.