Son muchos los expertos que aseguran que a medida que aumenta la temperatura de la tierra y el dióxido de carbono se acumula en la atmósfera, los árboles crecen cada vez más rápido. Esta premisa, que está aceptada por botánicos de todo del mundo, no parece que la haya tenido en cuenta el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria cuando plantó los arbustos de la calle Obispo Codina, justo delante de las imágenes de Manuel Verdugo Albiturría, Juan Bautista de Cervera, José de Viera y Clavijo y Diego Nicolás Eduardo, junto a la figura en bronce del arquitecto Luján Pérez, que permanecen escondidas detrás de una frondosa vegetación que crece día a día.
Las cuatro esculturas realizadas por el artista Eugenio Correa Rijo y ubicadas en Vegueta, representan a las figuras de Manuel Verdugo Albiturría –primer obispo de la Diócesis de Canarias nacido en las Islas–, Fray Juan Bautista de Cervera –fundador del Seminario Conciliar de Canarias y de las Reales Sociedad Económicas del Archipiélago–, José de Viera y Clavijo –canónigo y arcediano de Fuerteventura, máximo exponente del Movimiento Ilustrado en Canarias– y Diego Nicolás Eduardo –Canónigo racionero y arquitecto de la Catedral de Santa Ana–, y pasan totalmente desapercibidas para el canario que pasea por la mencionada calle o para el turista que visita esa parte antigua de la ciudad.
Placas
Si por casualidad, algún viandante se percata de que allí, escondidas tras la maleza se encuentran varias obras de arte, se convierte en toda una odisea poder llegar hasta ellas para leer las placas en la que se explica a quién pertenecen.
Las imágenes –esculpidas en bronce sobre pedestales de cantería de Arucas– fueron encargadas por la Asociación de Amigos de la Catedral de Canarias tras petición del Deán de la Catedral José Lavandera López.
Luján Pérez
Una quinta obra del escultor Santiago Vargas, que está en medio del antiguo Coro de La Catedral, es una figura, también en bronce del arquitecto Luján Pérez y tampoco se ve a medio metro de distancia.
“El ayuntamiento no tiene en cuenta que son unas obras de arte y cada cierto tiempo dejan crecer esos arbustos. Esos árboles no deberían estar ahí. Habría que poner plantas más pequeñas”, asegura el artista.
Fotos
“Están en una vía donde los turistas hacen fotos a las esculturas, a la arquitectura del antiguo Coro y apenas se ve nada. Yo mismo he presentado alguna queja al Ayuntamiento, pero cada vez salen más rápido las hojas”, concluye.
Pero la cosa no queda ahí. Es tal la frondosidad de las plantas, que muchas de las personas que deambulan ganándose la vida por el casco antiguo de la ciudad, utilizan la parte de atrás de los arbustos, exactamente donde se encuentran los bustos para esconder sus pertenencias, tales como ropa de abrigo o incluso comida.
A la hora de la publicación de este artículo, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, responsable del mantenimiento de los árboles, no había respondido a Atlántico Hoy sobre las acciones a tomar para evitar esta situación.