"Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad. No vale mirar hacia otro lado"

Entrevista AH a la licenciada en Derecho, mediadora y bloguera Myriam Z. Albéniz sobre una de sus "cruzadas personales", la lucha contra la violencia machista

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El Día Internacional contra la Violencia de Género se celebra en esta fecha en honor a las hermanas dominicanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por orden del dictador Rafael Leónidas, del que eran opositoras. Sin embargo, la lucha contra esta lacra social no puede reducirse a un solo día, sino a continuas labores de concienciación durante todo el año para que no sigan sumándose nuevos nombres a la lista de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas.

 En España, en lo que llevamos de año, ya han perdido la vida 45 mujeres, pero si nos remontamos a 2003, la cifra de  asesinadas por violencia machista ronda las 900. Menos de la mitad de ellas había denunciado antes a su maltratador. Asimismo, desde 2007, más de medio millón han necesitado protección por la Policía ante riesgo de agresión machista, según datos del Sistema de Seguimiento Integral del Sistema VioGén de la Secretaría de Estado de Seguridad. Canarias no es ajena a esta alarmante situación. Tan solo en el caso de la capital tinerfeña son más de 800 las mujeres que cuentan actualmente con una orden de protección.


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Evolución del número de víctimas por violencia machista en España en los últimos años | AH

"Mientras se califiquen de aceptables determinadas prácticas y conductas tan alejadas del respeto y del afecto, estaremos condenados como sociedad a que se reproduzcan una y otra vez", asegura a AtlánticoHoy Myriam Z. Albéniz, licenciada en Derecho por la Universidad de Navarra, asesora jurídica y mediadora.

También es colaboradora habitual en medios de comunicación y autora del blog  'Lo que muchos piensan pero pocos dicen', donde denuncia sin tapujos lacras sociales como la violencia machista o el acoso, algunas de las que considera sus "cruzadas personales". Recientemente ha participado en la presentación del libro ‘Ponte en mi lugar. La decisión de una mujer maltratada’, de Olivia Roca quien, bajo pseudónimo, cuenta en primera persona su testimonio de mujer víctima de malos tratos.



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Myiam Z. Albéniz | CEDIDA


-Usted ha participado recientemente en la presentación del libro ‘Ponte en mi lugar. La decisión de una mujer maltratada’¿Necesitamos el testimonio de más mujeres que hablen abiertamente de sus casos?

"En mi opinión sí, aunque entiendo que se trata de un ejercicio sumamente doloroso. Durante la presentación del libro pude comprobar el efecto impactante y revelador que produjo entre los asistentes el testimonio de su protagonista, Olivia Roca. Sin embargo, su verdadera identidad se oculta detrás de un pseudónimo y su imagen no se ha hecho pública, entre otras razones, atendiendo a la petición de anonimato de sus propios hijos. Por lo tanto, aunque sería lo más deseable para visibilizar la lacra, es comprensible la negativa de muchas de las afectadas a exponerse públicamente y a compartir unas experiencias tan demoledoras".  

" Me gustaría que los millones de hombres que apoyan esta noble causa visibilizaran más su postura y manifestaran abiertamente su rechazo, no solo de puertas para adentro sino de cara a la galería"
-Desde su blog, 'Lo que muchos piensan pero pocos dicen' analiza aspectos como el control, el acoso sexual o el machismo en varones jóvenes ¿Cree que la sociedad avanza o, por el contrario, retrocede en su concienciación sobre esta realidad?
"Lamentablemente, creo que estamos involucionando de una forma evidente y alarmante. Algunas de las actitudes que manifiestan nuestros jóvenes hoy en día no se producían décadas atrás, cuando sus padres tenían su misma edad. Muestras de control, de acoso y de machismo asociadas al “amor” adolescente y juvenil eran impensables en mi generación".

-Usted trabaja en el ámbito judicial. ¿Cree que la Ley se adapta a la realidad de las personas que sufren violencia machista?
"En teoría, sí. La legislación contempla el fenómeno y establece tanto penas como ayudas, pero las mismas no siempre llegan a todas las personas que las necesitan. Las leyes prevén asistencia jurídica, psicológica y económica, aunque todos estos aspectos deberían potenciarse para realizar un seguimiento de cada caso a lo largo del tiempo. Distinto es que en la práctica sean lo suficientemente efectivas. A veces esta falta de efectividad está asociada a un problema de escasez presupuestaria y de deficiencia de medios humanos y materiales, que se agrava en función del territorio en el que se aplica (diferencias entre zonas rurales y urbanas, entre ciudades grandes y pequeñas, incluso entre centros urbanos y barrios periféricos)".

"Lamentablemente, creo que estamos involucionando de una forma evidente y alarmante. Muestras de control, de acoso y de machismo asociadas al “amor” adolescente y juvenil eran impensables en mi generación".

-¿Cree que el auge del feminismo está teniendo un efecto sobre la realidad o, incluso, sobre la Justicia?
"Personalmente, creo que el movimiento feminista ha conseguido grandes logros en lo que se refiere a la defensa de los derechos de las mujeres y a sus avances sociales. Eso incluye aspectos legales, normativos y judiciales. Sin embargo, a veces no se ha acertado en el modo de transmitir los mensajes por parte de algunos colectivos y se ha producido el efecto contrario, un rechazo al radicalismo en las formas que ha conllevado idéntico rechazo a sus justas reivindicaciones de fondo. Una actitud de colaboración constructiva con la otra mitad de la sociedad que forman los hombres resultaría más beneficiosa. Yo abogo por una vía más conciliadora y menos radical". 


-¿Qué papel juegan, a su juicio, los medios de comunicación?
"Un papel esencial. Su influencia social está fuera de toda duda y el tratamiento que dan al fenómeno de la Violencia de Género puede influir para bien o para mal en los lectores, oyentes y televidentes. Me consta que es difícil acertar, tanto en el sesgo como en el grado de las informaciones, pero del rigor y de la seriedad con los que se aborden va a depender una concienciación ciudadana adecuada o inadecuada. Una de las razones que me impulsaron a crear un blog para escribir sobre algunas de mis “cruzadas” personales (como el acoso escolar o la que nos ocupa en esta entrevista) y que luego derivó en mis colaboraciones semanales en prensa y radio, fue precisamente la necesidad de aportar mi grano de arena a la erradicación de estas lacras. Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad. No vale mirar hacia otro lado".

"Una actitud de colaboración constructiva con la otra mitad de la sociedad que forman los hombres resultaría más beneficiosa. Yo abogo por una vía más conciliadora y menos radical"
-¿Le sorprende que este tipo de situaciones se den cada vez más entre las nuevas generaciones? ¿Qué se podría trabajar en las aulas?
"Me sorprende y me horroriza, como mujer, como profesional del Derecho y de la Mediación y, más aún, como madre de jóvenes y adolescentes. A nivel familiar, siempre hemos tratado de educar a nuestros hijos en igualdad y sin diferenciar por géneros, así como de transmitir un modelo de relación sentimental basado en el respeto y el cariño. Es triste reconocerlo pero, a veces, tenemos el enemigo en casa, cuando las madres aplican criterios diferentes a los varones que a las mujeres, siendo en ocasiones tanto o más machistas que los propios hombres.


Además de en el entorno doméstico, creo que la clave primordial para cambiar la actual situación reside en el ámbito educativo. La educación en valores ha de comenzar desde los tres años. Cuanto antes, mejor. Si por mi fuera, dedicaría un tiempo del horario escolar para desmontar todos los ejemplos perjudiciales que les llegan a los alumnos a través de la televisión y, sobre todo, de las redes sociales. Es necesario neutralizar la influencia de algunos programas televisivos y de determinadas canciones de moda (con sus respectivos videoclips) que afectan muy negativamente a chicas y chicos".

-Tan solo en Santa Cruz unas 800 mujeres cuentan con protección. ¿Cree que hay muchas más que temen denunciar?
"Me temo que sí. En ese sentido, me remito a mis palabras anteriores. Desde fuera es fácil recomendar que se denuncie y yo misma lo hago, al punto de que, como vecina, he llegado a llamar a la Policía para dar cuenta de agresiones de  hombres a mujeres. Pero también me pongo en el lugar de las afectadas y entiendo sus reticencias. El miedo es muy paralizante y muchas de ellas no tienen ni medios ni suficiente fortaleza mental para dar el paso. No olvidemos que se trata de personas destruidas, muchas de ellas con hijos pequeños a su cargo a quienes no quieren perjudicar ni pueden arriesgarse a perder. Es un drama de proporciones inimaginables".

"A veces no se ha acertado en el modo de transmitir los mensajes por parte de algunos colectivos y se ha producido el efecto contrario, un rechazo al radicalismo en las formas que ha conllevado idéntico rechazo a sus justas reivindicaciones de fondo"

-La crisis económica se plantea como uno de los principales factores para no denunciar. ¿La Ley tiene estos aspectos en cuenta?
"En efecto, la coyuntura de crisis económica que venimos padeciendo en los últimos años pesa como una losa a la hora de dar el paso de la denuncia. El riesgo de quedarse en la calle con hijos a su cargo y sin unos ingresos suficientes para sobrevivir obliga a muchas mujeres maltratadas a aguantar la situación por no tener otro remedio. Además, cada afectada es un mundo. Es ella y sus circunstancias, su preparación, su estado de salud física y psicológica y sus obligaciones familiares. No obstante, existen ayudas específicas para víctimas de violencia de género con especiales dificultades para obtener un empleo, anticipos por impagos de pensiones alimenticias, rentas activas de inserción y prioridad en el acceso a una vivienda protegida, entre otras. Que sean suficientes para comenzar desde cero una vida nueva ya es más discutible".

- ¿En qué ámbitos hay que trabajar para reducir los malos tratos?
"Como ya he comentado, fundamentalmente en todos aquellos relacionados con la educación y la comunicación. Mientras se califiquen de aceptables determinadas prácticas y conductas tan alejadas del respeto y del afecto, estaremos condenados como sociedad a que se reproduzcan una y otra vez. Por ello, hemos de educar desde la cuna y los medios informativos han de ser muy conscientes de la responsabilidad que recae sobre sus manos. Tanto la orientación de las noticias como el poder de las palabras poseen una inmensa influencia sobre sus destinatarios".



-¿Hay confianza en el sistema?
"En este momento, mi percepción personal es que existe un grado de desconfianza superior al que sería deseable. A pesar de que numerosos profesionales de los más diversos sectores que atienden a las víctimas de violencia de género realizan su labor de manera impecable, lo cierto es que el desánimo derivado de la alta incidencia de esta lacra es innegable. Pese a ello, no podemos dejarnos llevar por el derrotismo. Yo confío en la labor de equipo y me gustaría que los millones de hombres que apoyan esta noble causa visibilizaran más su postura y manifestaran abiertamente su rechazo, no solo de puertas para adentro sino de cara a la galería".

"Existe un grado de desconfianza en el Sistema superior al que sería deseable"

-¿Existen muchas denuncias retiradas por violencia de género? ¿Estamos ante un problema grave?
"Por desgracia, más de las que se piensa. Reitero que, en ocasiones, resulta muy difícil para las afectadas mantener la  firmeza y no dejarse vencer por el miedo. En ese sentido, apelo a ejercitar una labor de comprensión ante esta decisión de retirar las denuncias. Es muy fácil opinar desde fuera pero, cuando alguien padece una tragedia así en sus propias carnes, la perspectiva cambia como de la noche el día.

Es por ello que considero que nos hallamos ante un problema de extraordinaria gravedad, mucho más extendido de lo que podamos imaginar y cuyas consecuencias perversas afectan a la convivencia de todos los grupos que conforman nuestra sociedad, desde los ancianos hasta los niños. Combatirlo es, pues, tarea de todos. La unión hace la fuerza".