El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife presentó este viernes el escenario del Carnaval 2025, que albergará los concursos y las galas un año más en el Recinto Ferial de Tenerife a partir del próximo 6 de febrero, cuando arranque la primera fase de murgas infantiles.
Por segundo año consecutivo, el ayuntamiento ha decidido que Nareme Melián se ponga al frente del reto después el éxito que fue el homenaje a la televisión del 2024, cargados de guiños al pasado más festivo de la ciudad.
Ahora, el reto no era otro que Los secretos de África, tema central del diseño. El escenario busca traer al 2025 las escenografías más artesanales y cargadas de detalle con los que contaba el carnaval años atrás. Con dos grandes árboles que reflejan la alfarería y la conexión de los africanos con la tierra, las cascadas laterales como símbolo de la importancia del agua en su cultura, las casas cueva -que comparte Canarias con África- y el gran elemento central, la puerta de un poblado que simboliza una casa del árbol, el autor del diseño busca representar de forma onírica lo que el continente simboliza para él.
Crisis creativa
Sin embargo, no todo ha sido fácil para Melián ya que, como ha reconocido en una entrevista concedida a Atlántico Hoy, sufrió su “primera crisis existencial” cuando se enfrentó al folio en blanco para el escenario.
“Nunca me había pasado”, reconoce el diseñador. “Tuve como una crisis existencial creativa brutal, sobre todo la temática y por todo lo que estaba pasando con el tema de la migración”.
Por ello, siente orgullo por las primeras reacciones al conocer su escenario. “Me gustó porque mucha gente en la presentación dijo que es un escenario con mucho respeto y es lo que quería: no caer en el en el topicazo”.
En este contexto, ha reconocido que esa ha sido una de las razones por la que no ha querido poner nada de animales. “Me imagino que hasta los propios africanos estarán cansados” de que siempre se identifique el continente con las mismas cosas, “como ocurre en España con los toros, el flamenco y la paella”. Además, valora que “el animal es un negocio porque al final los safaris no dejan de ser circos y es como muy delicado”.
La desconexión de El Hierro
“Ha sido un verano súper loco y lo curioso es que tuve esa crisis por la que me fui a El Hierro un fin de semana para desconectar de móviles y de todo me fui y desconecté y ahí volví a conectar con la isla”, expresa Melián. “Tenía justo enfrente lo que quería, pero no sabía cómo. Me acuerdo de que me enfrentaba al papel y no sabía. Por ejemplo, el elemento del Sol es como el topicazo, pero a modo de hilo conductor era muy esencial para que hubiese una representación muy rápida y que la gente lo captara”, abunda.
Al margen de esas crisis que superó en El Hierro, otro de los retos era el nuevo formato de la disposición del escenario, que permitirá en el próximo febrero ganar en aforo. Así, Nareme afirma que “el pueblo es el que manda” y por ello hay que adaptarse “porque es verdad que podrá entrar mucha más gente a los concursos y a las galas”.
Un porqué del cambio de escenario
Asimismo, Melián confiesa que siempre veía el “hándicap”, sobre todo en las galas de las reinas, que el escenario era muy lineal, muy alargado, “entonces si estás en uno de los extremos cuando miras hacia el otro extremo no ves prácticamente nada, porque tienes que girar totalmente el cuello y te pierdes muchas de las cosas de la escenografías”.
Bajo estas premisas, la idea del nuevo escenario “fue hacerlo como especie de diamante o triángulo donde saliera el vértice y el giratorio, lo que significa que el escenario entra dentro del público y puedes ver perfectamente lo que está pasando”.
Los andamios, parte del visual
Otra de las novedades que ha implementado Nareme Melián tiene su raíz en su propia experiencia de 2024. “Mientras se estaba haciendo el escenario yo miraba la backstage y me parecía casi más interesante toda la estructura de los andamios que lo propio que estaba adelante. Estéticamente me gustaba un montón porque era como un caos ordenado”, comparte.
En este sentido, ha querido este año emplear la propia estructura como decorado, que se amplía hasta superar los 1.500 metros cuadrados. “Quería que esa andamiaje fuera transitable y va a haber un montón de pasarelas en dos pisos con escalera. Hasta por encima de donde pasan las reinas va a pasar gente y es de punta a punta. Es decir, la gente que esté en los extremos podrá ver escenografía”.
Precisamente, ese juego del andamiaje lo ha transformado el diseñador en una especie de cajas, como si fueran acantilados y casas de la civilización Dogón. “Es como que en una gran falla excavaron las casas y me pareció muy curioso. Es como una especie de Petra y también quise unificarlo con Canarias, como las casas cuevas de los antiguos aborígenes y la evolución que ha tenido la arquitectura canaria”, destaca.
Además, reconoce que lo quiso hacer con metal para buscar otro lado de África que fuese diferente a lo que siempre se asocia al continente. “Quise darle esa vuelta de los clichés”, afirma.
Fuera máscaras
Un ejemplo que quiso evitar -al margen del mencionado animal- es el tema de las máscaras. “Por nuestra cultura occidental siempre las asociamos con el carnaval, pero para ellos son deidades, son su religión, son rituales”, aclara. “Me parecía una cosa como que no tenía que estar ahí y entonces me fui más al tema de las raíces”, amplía contextualizando lo más llamativo del escenario: el baobab gigante.
“Para mí es uno de los iconos, es como un gran templo y a su vez las ramas son como brazos extensos que tienen como brazaletes y collares. Hay algunos que parecen hasta los de los Masai”, explica Nareme sobre la idea del gran árbol central del escenario. “Tendrá tres pisos y también serán transitable”, añade.
Un árbol que, como asegura quien le conoce, “es muy Nareme”, reconoce entre risas. “Me dicen que es como abrir un libro de Nareme, como muy abstracto”, concluye.