Domingo J. Jorge

Opinión

La asignatura de Religión, un derecho constitucional

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Esperaba, como tantos otros, que en esta nuestra buena profesión, la de profesor eso de abogar por enseñar desde las competencias fuese cierto y, por lo tanto, continuáramos promoviendo todas las competencias, incluida la competencia espiritual, pero he de adelantarles que no, que a peor va la mejoría, visto lo visto. Hemos recibido el 2020 con algunos aires que nos avecinan intentos de retirar la Religión de las aulas, una vez más en la historia democrática de la Educación. Se pretende escribir un capítulo titulado “Educación sin religión” en algunos círculos dentro de la larga historia de la enseñanza de la religión en España.

Cuentan en los mentideros que esta asignatura tan querida nuestra, la Religión, algunos quieren que pase a mejor vida. Hasta ahora, como en gran parte de Europa -Alemania, Austria, Bélgica, Italia o Estonia-, en España es de oferta obligatoria para los centros pero voluntaria para los alumnos, en breve, pasará a mantener este estatus pero perderá, por primera vez, su alternativa. Esto, el que la asignatura se quede sin alternativa, ocasionará que pocos o ningún alumno decidida elegirla.

Por otro lado, cabe recordar que somos europeos, algo que además no es un paso atrás, sino una situación lógica y propia de un país que quiere estar en el Siglo XXI. Sí o sí hemos de estar en Europa, porque es estar con los tiempos, pues de los 28 países que conforman la Unión Europea, en un total de once (como Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Suecia, Rumanía o Reino Unido) la asignatura de Religión, aunque con diferentes matices, es obligatoria en los centros.

Religión en África también, claro que sí, por qué no.


"El artículo 27 de la Constitución de 1978 reconoce el derecho a la educación y la libertad de enseñanza, admitiendo expresamente el derecho de los padres a elegir la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones"

Además, como se trata de recordar y reflexionar, antes de violar o inclumplir la Constitución, usen el verbo que prefieran, son varios los lugares en los que la Carta Magna se refiere de un modo u otro al factor religioso y la enseñanza de la Religión. De este modo, el artículo 27 reconoce el derecho a la educación y la libertad de enseñanza, admitiendo expresamente el derecho de los padres a elegir la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Por lo tanto, la enseñanza de la Religión es un Derecho –con mayúscula- que protege la Constitución, como adelantaba en el titular.

“La capacidad para situarse a sí mismo con respecto al cosmos, a tales rasgos existenciales de la condición humana como el significado de la vida, el significado de la muerte, y el destino final del mundo físico y psicológico en profundas experiencias como el amor a otra persona o la inmersión en un trabajo de arte”

La Religión en el aula siempre ha salvaguardado algo positivo y han sido los valores aportados desde ella, valores para la vida del individuo, del ciudadano, de la personal, los que han colaborado en la consolidación de nuestra sociedad actual. Generaciones y generaciones, de ciudadanos de a pie y también de mandatarios o gobernantes, se han educado en esos valores que han aportado realidades positivas al crecimiento de nuestra sociedad. A eso hoy lo llamamos competencia espiritual. Dicha competencia se relaciona con la inteligencia existencial o transcendente de Howard Gardner: “La capacidad para situarse a sí mismo con respecto al cosmos, a tales rasgos existenciales de la condición humana como el significado de la vida, el significado de la muerte, y el destino final del mundo físico y psicológico en profundas experiencias como el amor a otra persona o la inmersión en un trabajo de arte”. ¿Queremos eliminar una competencia? ¿Puestos a eliminar una competencia, eliminamos también la matemática o lingüística, o la comunicativa? ¿Suprimimos el libre pensamiento? ¿Dejamos de educar? ¿Observamos cómo la sociedad crece al libre al albedrío? 

Por otro lado, es una evidencia que enseñar lo espiritual aporta al alumno: interioridad, construir sistemas de valores y creencias, vinculaciones afectivas y abarcar de algún modo la contemplación, admiración por sí mismo y los demás, así como el hecho de hallar lo enigmático del hecho de la vida. En todo esto, no encuentro nada negativo, nada que haya acabado hasta ahora con la sociedad. No sitúo a la Religión entre las enseñanzas indebidas para el ser humano. Soy padre, y profesor, entre otras preciosas cosas, de Religión, y saben voy a seguir siéndolo, porque EduKando sé que aporto algo grande a nuestra sociedad, como el resto de mis compañeros. Quería dejar esta reflexión y la abro a otras muchas, aventuro, que haré sobre este tema que algunos quieren que sea conflictivo, educar con Religión.