Practicando el arte de la escucha

Conversando no siempre los problemas se resuelven, pero se diluyen.

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Hace unos días asistí al III Congreso Internacional de Prácticas Colaborativas y Dialógicas, que se celebró en la Universidad de la Laguna, en la isla de Tenerife, donde más de 400 personas, procedentes de unos 40 países, se dieron cita para seguir indagando, aportando y apreciando el valor del diálogo, la cooperación y la colaboración.

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Harlene Anderson en uno de los diálogos públicos del Congreso | COCREANDOT

Harlene Anderson, pionera en el uso de estos métodos terapéuticos colaborativos, nos recordaba la importancia de continuar dialogando, para tener voz en las decisiones y políticas que afectan a nuestras vidas en el ámbito de los servicios sociales, la educación o la salud. En sus intervenciones, hizo hincapié en que los diálogos ofrecen una alternativa a los discursos dominantes, de arriba hacia abajo, dualistas, que ignoran las capacidades y recursos que tienen los seres humanos. Por el contrario los diálogos nos pueden ayudar a tener la vida que deseamos, vidas significativas y satisfactorias.

En este momento hay 16 países de Asia, Europa y América que, a través de consultores, terapeutas, educadores, investigadores y coaches están desarrollando programas formativos con este enfoque.

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Haibo Zeng nos muestra una sesión de Coaching Ejecutivo de reflexión colaborativa | COCREANDOT

En este sentido, tuvimos la oportunidad de ver en escena y compartir inquietudes con Haibo Zeng, un colega chino que se ha especializado en la práctica del coaching ejecutivo de reflexión colaborativa. Su trabajo está centrado también en el diálogo pero, sobre todo, en la importancia de la escucha y de medir los tiempos de intervención para que los clientes, normalmente directivos de grandes empresas, puedan integrar y construir teniendo en cuenta las propuestas del equipo de coaches que intervienen en la sesión de trabajo.

Esos días que compartí en este Congreso, me reafirman en que la clave y la base está en seguir practicando el arte de la escucha. Y que es necesario hacerlo aquietando nuestra mente para poder estar presentes, sin opiniones, sin juicios ni prejuicios, sin expectativas, totalmente abiertos a lo que la otra persona nos quiere contar.
Es necesario que aprendamos a escuchar sin filtros, para poder encontrarnos con la otra persona de igual a igual, de ser a ser, y así desarrollar la capacidad de percibir más allá del propio ruido de las palabras.

Para esto, es necesario cultivar nuestra propia quietud interna, que es la que nos proporciona la posibilidad de estar en paz con nosotros mismos. Y, desde ahí, sintiéndonos libres del esfuerzo de tener que dar respuestas, soluciones o recetas, escucharemos y construiremos diálogos ricos y sanadores.

Porque conversando no siempre los problemas se resuelven, pero si se diluyen.