Esta dulce tradición encuentra a sus principales valedores en los descendientes de la familia del Montijo, en La Carrera, en las pastelerías de Paula y de Abuela Mercedes, así como en los dulceros y panaderos de La Cruz Santa y El Jardín.
El proceso artesanal comienza con una mimada selección de las materias primas que emplean, como la harina de trigo, agua, azúcar y la manteca de cerdo con la que se elaboran las delicadas y crujientes capas de hojaldre; y, por supuesto, el propio guayabo, mientras que la masa se elabora a mano en el mismo obrador, donde se lleva a cabo además un esmerado proceso de cocción.