Pasaportes inmunológicos y pruebas rápidas, "ineficaces" para el turismo

Los expertos recuerdan que las PCR obligarían al pasajero a ir al aeropuerto cuatro o cinco horas antes para hacerse la prueba y tampoco dan una seguridad sanitaria al 100 %

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Medidas anti-COVID que se están planteando en los destinos turísticos como los pasaportes inmunológicos, los test rápidos PCR o incluso las cuarentenas a la llegada tendrán un efecto muy limitado a la hora de reducir el riesgo de contagio, según advirtió Antoni Trilla, jefe de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic. En la misma línea, el Ministerio de Sanidad "no es muy proclive" a hacer test masivos de detección de coronavirus en los aeropuertos a los turistas extranjeros, como por ejemplo quiere Canarias. ¿Entonces, cuál será la solución mientras no llega la vacuna? Probablemente, adaptarse a convivir con el coronavirus.

Antoni Trilla explica a Hosteltur que las pruebas rápidas o PCR (que requieren rascar la laringe y la faringe, y esperar de tres a cuatro horas hasta tener los resultados) son “relativamente costosas” y su eficacia es discutida.“Estas pruebas rápidas te dicen que hoy no estás infectado, pero puede ocurrir que no detecten una infección que ya estés incubando ni a la gente asintomática. Estos casos, al tener una carga viral baja, son casi invisibles al test”, explicó Trilla. En otras palabras, los PCR obligarían al pasajero a “tener que ir al aeropuerto 4 ó 5 horas antes para hacerse la prueba, con lo que ello supone de molestias, y tampoco da una seguridad sanitaria al 100%”. 


Las pruebas rápidas o PCR (que requieren rascar la laringe y la faringe, y esperar de tres a cuatro horas hasta tener los resultados) son “relativamente costosas” y su eficacia es discutida.


Respecto a los pasaportes inmunológicos, que servirían para identificar a aquellas personas que han desarrollado anticuerpos (permitiéndoles viajar sin restricciones de un país a otro), este experto destacó “los problemas éticos y asociados al tratamiento de datos” que suponen. Pero además “tienen nula aplicabilidad”. Y es que según recordó Antoni Trilla, “el 90% de la población no tiene anticuerpos al coronavirus. Por tanto, reducirás el mercado a un 5-10% de todos los ciudadanos del mundo”. 

Además, “ese Pasaporte Sanitario que diga que tienes anticuerpos positivos es inútil, porque vas a tener que seguir comportándote igual en cuestiones de prevención, y porque tampoco sabemos a día de hoy si esos anticuerpos te protegerán para siempre”.

En suma, “en determinadas circunstancias hacer pruebas rápidas puede tener sentido, no así esos pasaportes. Como tampoco tiene sentido aplicar cuarentenas a viajeros que vienen de fuera, salvo para aquellos países donde la enfermedad esté absolutamente descontrolada”.


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¿Cuál sería entonces la solución para facilitar la movilidad y la llegada de turistas?
Antoni Trilla cree que la clave reside en “moverse entre iguales”. Es decir, “si se establecen zonas parecidas, en general la gente no se sorprenderá ante determinadas cosas (llevar mascarilla, distancias de seguridad, etc) porque todos habrán recibido instrucciones similares. Algunos viajeros verán esas medidas más estrictas que en su propio país, y otros al revés. Pero en general los europeos percibirán que aquí se han tomado medidas razonables, que serán aceptadas este primer verano, el más complicado”, indicó Trilla. 

¿Y si hay rebrotes? 
“Habrá rebrotes, pero eso no significa regresar a la casilla de salida y volver a confinar un país entero. Eso sería si el virus ha hecho un cambio extraordinario o los servicios de vigilancia han fallado”, indicó.  “Un rebrote será cuando detectemos a un reducido número de casos que permitan actuar rápidamente. Solo rebrotes de una gran extensión harían minar la confianza de la población”. 

Según explicó Trilla, la clave para esos casos o sospechas de rebrotes residiría en que los turistas que se encuentran de visita en el país “pudieran ser localizados rápidamente” y que sean plenamente conscientes que deberán confinarse y someterse a pruebas si tienen síntomas.“Habrá que convivir con los rebrotes”, dijo. La clave es que si aparecen dichos casos “los podemos detectar, aislar y evitar que distorsione el funcionamiento” de un destino turístico entero. 

¿Y qué pasa con la vacuna?
“Seguramente no tendremos vacuna esta temporada. Con baja probabilidad podríamos tenerla la temporada siguiente, aunque con una difusión limitada. El horizonte es a un año y medio, dos años”.  “Una vacuna tarda diez años en desarrollarse. Y aquí estamos hablando de un coronavirus completamente nuevo, con la necesidad de producir centenares de millones de dosis”, indicó. 

¿Y mientras tanto qué hacemos?
“Mientras, tendremos que seguir viviendo, tomarnos la vida con precauciones y razonable seguridad. Y si hay casos, intentar controlarlos y mejorar el tratamiento”. 


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