Existen versiones verosímiles. Hay quien afirma que fue inventado por Manolo Grijalbo, un camarero -o dueño- del kiosco que estaba situado frente a la marquesina del Puerto, lugar que servía de punto de encuentro y tertulia de los más variopintos personajes: artistas, estudiantes, músicos, trabajadores...Cuenta otro confidente que en el antiguo “bar Imperial", junto a la Plaza de Toros de Santa Cruz de Tenerife, desayunaba diariamente un señor apodado "El Barraquito", que pedía un café cortado largo, con leche condensada, un vasito de "licor 43", una corteza de limón y un fisquito de canela molida.