Santiago Negrín

Opinión

Nunca caminarán solos...

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Así pone una placa en Anfield Road, en Liverpool, donde tuve la suerte de estudiar mucho tiempo. “Nunca caminarán solos”, refiriéndose el equipo de futbol, cuyo estadio, esta al final de la calle. Eso le digo a mis alumnos cada vez que comienzo el curso. Este año eché pa afuera mi décima promoción de graduados universitarios. Me estoy haciendo viejo, lo sé, pero la ilusión al verlos irse a la vida, no se me quita.

Me miro a mi mismo y me veo en ellos (groseros, atrevidos, jóvenes, hijos de “fruta”, como les envidio cada minuto que respiran), con todo por delante, al acabar de estudiar y tirarme a buscar trabajo, con el sueño de comprar una casa, pagar el coche y porque no decirlo, pasármelo bien con la piba. Todos los años cuando les doy clase (van ya 11 en la universidad y 3 en bachillerato), les digo lo mismo: “les voy a convertir en máquinas de matar y amar”, como decía Clint Eastwood en su inolvidable película, “El Sargento de Hierro”.

Me lo decía ayer Pablo, el delegado de 4º de Comunicación. “Gracias por ser buen profesor y buena persona”. No Pablo, Pablito, Pablete. Gracias a todos, hijos de “fruta”, porque me hacen sentirme vivo. No me importa quedarme de madrugada preparando clases (uno compagina la enseñanza ¿saben?), no me importan las tutorías telemáticas a las 12 de la noche, no me importa que me llores en el hombro, no me importa que me llores en medio de la clase porque el novio/a te dejó.

No me importa que me digas que no llegas a fin de mes. Me importa que yo puedo intentar solucionarlo, porque así me dan vida, “hijos de fruta”. Vengo de una madre que me enseño a enseñar, de Camila Teresa, La Maestra de Escuela. ¿Creen acaso que ahora que han terminado la carrera los voy a dejar solos? No mis niños/as. Se es profe para toda la vida. Nunca caminarán solos.

Ya estoy esperando ansioso las llamadas tipo: “¿Ve bien este trabajo? ¿hago este master? ¿me voy fuera un tiempo?” Mi teléfono espera nenes. Al fin y al cabo, solo hay una vida y solo se es profe una vez. Sé que no lo entenderán del todo, pero es adictivo, es para toda la vida. Y a todos lo profes, como dice el Cholo, nunca dejen de creer. Nos entrenaron para ello. A muerte con los chicos. A veces pensamos qué serian ellos sin nosotros. No, piensen: qué seriamos nosotros sin ellos.

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