Luisa Chico

Opinión

Brandán

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Querido hipotético lector. Al inicio de este verano quiero compartir contigo un sueño que tuvo sus inicios corriendo el año 2000. Nuevo año y nuevo siglo, como resultado de esa coincidencia… nuevos sueños. 

Un día, a media mañana, mientras cocinaba para mi familia, las musas plantaron en mi cabeza un extraño personaje, Oto me dijo que se llamaba. Al no poder apartarlo de mi mente capté el mensaje y corrí al ordenador a tomar nota de las características del mismo antes que se disolviera entre las brumas de mis pensamientos y los vapores de la comida que tenía al fuego. A lo largo de aquel día, y en medio de mis trasiegos de ama de casa, esposa y madre, fueron llegando los demás: Benza, Guanchor, Belfir, Ajerem, Tenaro y Jama… Y como no podía ser de otra forma fueron a reunirse con Oto en las tripas de mi pc.

Noche tras noche, ellos me llevaron de la mano haciendo que conociera el lugar donde vivían, Brandán. Paseé por sus caminos, bosques y aldeas, a veces a pie entre charlas y confidencias, otras montada en sus rústicos rodales tirados por grandes perros lanudos. Así fui conociendo la isla, a sus habitantes y sus formas de vida. Debo reconocer que me quedé enganchada por completo en aquella historia que minuto a minuto iba tomando forma en mi mente.

Me costó 3 largos años familiarizarme con Bradán y los seres que la habitaban, luego, contar su historia fueron 6 meses y miles de horas más sentada ante el ordenador para, al final, quedar en un borrador perdido entre los muchos archivos que saturan la memoria de mi viejo compañero de aventuras. 349 folios que no sabía si algún día podría publicar.

Creo que ya es tiempo de que vea la luz casi 20 años después. En 2019 nacerá Brandán contra viento y marea, y con ella uno de mis sueños se verá cumplido.

Como me gusta compartir contigo y en primicia las cosas de mi mundo de letras, hoy te dejo aquí las primeras líneas de ese borrador en el que estoy trabajando y que tanta felicidad me está proporcionando ya en plena gestación. Hoy como hace 20 años, Brandán ha vuelto a atraparme y será mi compañera principal este verano.

Ilustración de José Lantigua

“Cuenta la leyenda que cuando el Creador comprobó que a pesar del paso del tiempo el mundo continuaba con sus luchas y enfrentamientos, temió perder parte de su obra de creación en el planeta Tierra, y decidió acotar un pequeño espacio donde preservar de la destrucción y el emponzoñamiento todo aquello que fuese aún digno de ser salvado, eligió para ello una pequeña isla ubicada en el Océano Atlántico, cerca del archipiélago conocido por entonces como Jardín de las Hespérides, y que solo estaba habitado por las hadas. Recubrió esta isla con su poder de aislamiento y la misma desapareció de la vista de los humanos. Allí siguieron viviendo las hadas a la espera de las especies que fueran arribando a la isla”.