Casa Egon, más de cien años de 'dulce' historia

Reportaje AH | La confitería más antigua de Tenerife mantiene inmutable la esencia de su negocio: calidad artesana, fidelidad a la receta original y cariño en cada elaboración

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Entrada al establecimiento | AH

Visitar la confitería Taoro 'Casa Egon' (C/ León, 5, La Orotava, Tenerife) se asemeja a realizar un pequeño viaje al pasado, a la esencia de lo tradicional, de los dulces que saborearon nuestros abuelos, padres y seguirán disfrutando las siguientes generaciones. Este local está más vivo que nunca pese a contar con más de cien años de historia endulzando paladares con recetas artesanales, inmutables al paso del tiempo. 

El espacio está tan enraizado en La Villa de La Orotava que el Ayuntamiento lo homenajeó recientemente junto a otras cuatro empresas con más de cien años de vida. El reconocimiento a esta confitería nacida en 1916, popularmente conocida como Casa Egon, es "un acto de justicia con la historia comercial de nuestra Villa". "No es nada fácil que una empresa sea centenaria pase por varias generaciones y siga siendo un referente", explicó el concejal de Desarrollo Económico Local, Felipe David Benítez durante el homenaje.

AtlánticoHoy ha hablado con Ángel Luis Rocío, encargado de esta confitería y restaurante, para conocer de primera mano la historia, el equipo humano y el trabajo que se esconde detrás que cada dulce elaborado de la forma más tradicional. 


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Ángel Luis Rocío al frente del negocio, cuya estética no ha cambiado en un siglo | AH


Revolución gastronómica
Todo comenzó con la llegada a la Isla, coincidiendo con la I Guerra Mundial, de un joven alemán llamado Egon Alfred Wende, quien desde muy joven destacó en materia gastronómica, su gran pasión. Pronto fundó la Casa Egon que, después de cuatro generaciones, sigue fiel a sus orígenes y al sabor de unos dulces que aún se producen de manera artesanal. 

Egon, cuyo nombre nunca acabó de calar entre sus vecinos de La Orotava, quienes solían llamarle Don Ego o Donego, revolucionó en su momento la repostería y cocina en el Valle e introdujo productos que en aquella época muy pocas personas habían tenido la oportunidad de conocer. De ahí que su recuerdo, su prestigio, sabores e historia sigan muy vivos en el municipio, en la Isla y sean una visita obligada para todo turista que desee conocer el norte de Tenerife. Nadie se va de La Orotava sin pasar por allí y probar sus milhojas únicas, sus galletas artesanales o los roscos de yema. Hay un dulce para cada paladar.



Ángel Luis Rocío explica que dicho fundador era su tío abuelo."De Egon pasó a mi padre y de mi padre a nosotros, y yo ya tengo cuarta generación para seguir con el relevo, que son mi hijo y mi sobrino". Pese a que muchos jóvenes optan por alejarse de la empresa familiar, ellos "sí quieren seguir con la tradición. De hecho, uno lleva ya 10 años conmigo mientras que el otro lleva cuatro o cinco años". La razón: haber respirado el espíritú de Egon desde que nacieron. "Mi hijo desde pequeñito estaba aquí, gateó por aquí", comenta.

Ángel, nacido en 1952, es el encargado de coordinar este equipo familiar para mantener la tradición. Uno de sus secretos pervive inmutable al paso del tiempo: conservar la esencia y dejar la modernidad para lo mínimo imprescindible. "Los dulces son los de siempre y se hacen como siempre. Tampoco hemos cambiado la zona donde los despachamos. No podemos cambiar lo que nos ha hecho llegar hasta aquí", afirma el actual responsable del negocio.

Pese a haber superado el siglo de vida, recuerda que "la crisis fue muy peligrosa". "Recuerdo que en 2012 tuve que prescindir de algunos trabajadores y no es fácil porque son muchas noches sin dormir. Esto es como una familia", asegura. 

"Los dulces son los de siempre y se hacen como siempre. Tampoco hemos cambiado la zona donde los despachamos. No podemos cambiar lo que nos ha hecho llegar hasta aquí"

Al margen de eso, lamenta otras carencias de la zona que les ha dificultado su supervivencia, como la falta aparcamiento, queja generalizada entre los comerciantes orotavenses. "Yo siempre digo que tengo los mejores clientes que hay en Canarias porque algunos dan vueltas y vueltas y a veces pierden hasta media hora o dejan el coche abajo, en El Mayorazgo, para llevarse sus dulces. No podemos estar más agradecidos", comenta Ángel Luis Rocío.

De hecho, a este establecimiento acuden clientes "de todos lados, de la Península, de todas las islas y muchos extranjeros". Los turistas normalmente vienen a comer o a desayunar. "Hemos apostado por la comida de aquí, tradicional y luego sobre todo lo que no tiene nadie, la cuchara, los potajes, las lentejas, potaje de berros, rancho, garbanzas, fabadas", comenta.


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La elaboración sigue el mismo procedimiento que en sus orígenes| AH

Su clave: la tradición
En Casa Egon lo tienen claro: ceñirse siempre a la receta original."Si en algún momento no conseguimos un producto o una materia prima, lo desechamos y lo dejamos para otro momento. Lo que no queremos es adulterar nunca la receta. Son dulces naturales y nos ceñimos a la receta original sin modificaciones", subraya. 

Los que tienen más éxito son los almendrados, las milhojas, los tambores, "en realidad casi todo, pero esos son los más significativos del local. Los que todo el mundo ha intentado imitar y no lo ha logrado", asegura con orgullo. 

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Algunas de las famosas elaboraciones de Casa Egon | 

Si no cambian el producto, mucho menos han modificado la decoración del establecimiento. Las sillas del despacho y parte del comedor son del siglo XVIII. La pesa de la entrada, que llama la atención de todo aquel que se adentra en Casa Egon, pertenece a 1910. Se compró en un comercio que estaba en la calle de La Carrera, mientras que la caja registradora, según un representante que estuvo en la confitería años atrás, se fabricó en el año 1898. 

"Hemos tenido que cambiar alguna máquina, pero siempre nos ceñimos a lo más original", resalta el responsable, consciente de que visitar Casa Egon es un viaje sensorial al pasado. "Todo está igual. Esto no se puede cambiar". Sí que han adaptado la terraza del Jardín Victoria, muy demandada por los clientes para consumir un café con el dulce de su elección, frente al único jardín masónico de Canarias, ahora  en reformas.

Las milhojas son el dulce estrella de Casa Egon, aunque otras elaboraciones le siguen de cerca, como los roscos de yema, icono de la pastelería. Sin embargo, las milhojas, hechas con hojaldre, yema y mermelada de albaricoque, suelen ser las primeras en terminarse. 



Anécdotas como para escribir un libro

Casa 'Egon' tiene una larga historia y, por lo tanto, en su día a día ha acumulado multitud de anécdotas, "suficientes como para escribir un libro, que al final escribí", asegura Ángel Luis Rocío. En él se recoge el origen del local, la biografía de Egon Alfred Wende y la vida del establecimiento y sus dueños. 

Cuenta, por ejemplo, que la ubicación de la pastelería en León 5 surgió tras el peregrinar del negocio por distintas calles, hasta que en 1925 adquieren una casona del año 1700. Desde entonces han desfilado por el establecimiento artistas de la talla de Óscar Domínguez, César Manrique así como un sinfín de nombres conocidos de la sociedad canaria.

La fama del local es tal que se lo conoce hasta fuera de las Islas. Así, estando sus padres en Sevilla hace unos 25 años hablando en una cafetería, un matrimonio sevillano que los estaban oyendo les preguntó si eran canarios y de qué lugar en concreto. Al conocer que de La Orotava la señora comentó que un par de años atrás habían estado allí, justo visitando su dulcería.

Casa Egon también ha sido cuna del amor. En otra ocasión recuerda que entró una señora de unos 80 años con una niña. La anciana se emocionó y le dijo a la pequeña: "yo aquí conocí a tu bisabuelo, en una mesa ahí sentado", comenta él. 

Entre otras muchas anécdotas, recuerda con especial cariño la siguiente: "Cuando aún existía la peseta, vino un hombre que no había traído la cartera y yo le dije que tranquilo, que cuando volviese ya me lo pagaría. Esto fue un domingo. El martes cuando vengo, que cerramos el lunes, llegó el del telégrafo con un giro que ponía 'soy el del sablazo, por suerte encontré la cartera. Muchas gracias'. 



El responsable de esta centenaria confitería y restaurante, Ángel Luis Rocío, explica a AtlánticoHoy qué implica este establecimiento para la Villa de La Orotava: