Hoy, las calles del Casco se llenan de menores que almacenan los agasajos que cada vecino tiene preparado en casa el día antes en sus cestitas. En el pasado eran frutas de temporada, frutos secos o alguna perra o real, en la actualidad prevalecen las chucherías. Esta tradición sobrevive año tras año y se transmite de generación en generación.
Si te apatece pasar un Día de Todos los Santos diferente, la Casa Lercaro, sede de La Laguna del Museo de Historia y Antropología de Tenerife, acoge este 1 de noviembre, a partir de las 18.15 horas, un variado programa de actividades en torno a la Noche de Finados. La programación incluye cuentos de finados (pases a las 19.00 y 20.00 horas, para público familiar; y pases a las 21.00 y 22.00 horas, para público adulto), un taller de arreglo floral (18.15, 19.15 y 20.15 horas), un taller de creación de velas (18.15, 19.15 y 20.15 horas) y un recorrido no guiado por la exposición permanente. Estas actividades son gratuitas, pero se requiere retirar las entradas el mismo día, a partir de las 17.30 horas, en la recepción del museo.
Antiguamente, las castañas, las nueces, las almendras e higos, el vino dulce, el anís o el ron miel acompañaban la velada en la que la pena y la nostalgia se sobrellevaba con ayuda de guitarras, bandolas, panderetas, castañuelas, sonajillas y triángulos. La costumbre de conmemorar a los muertos, sin embargo, tiene matices según las islas y sus zonas.
Los ataúdes biodegradables y los cementerios sostenibles en relajantes zonas ajardinadas o de bosque son las opciones más comunes para un "entierro verde", pero el abanico de propuestas para el último acto de la vida ofrece opciones tan peculiares como esparcir las cenizas en fuegos artificiales o bajo el mar, entre otras.
Según informa EFE, la elección de un sepelio ecológico va más allá de ser respetuoso con el medioambiente, ya que puede suponer un ahorro de costes y adaptarse a todo tipo de sensibilidades con independencia de si se profesa o no una religión.
En algunas comunidades españolas, en los últimos años se ha extendido la posibilidad de esparcir las cenizas del difunto en forma de fuegos artificiales y truenos de tracas.
Otra opción es la de introducir una urna enganchada a un globo que luego es lanzado a grandes alturas y allí las cenizas terminan esparciéndose entre las nubes y pueden “convertirse en lluvia”.
Las nuevas ceremonias de este tipo se deben, en parte, a “una mayor conciencia ecológica de la sociedad”, ha explicado a Efe Álvaro Sánchez, de Biodegradables.es, que asegura que “aunque la gente muere igual que antes, los funerales alternativos interesan cada vez más”.
Urnas submarinas y ataúdes biodegradables
Las elecciones más comunes, en caso de incineración, son las urnas biodegradables que, una vez enterradas, se convierten en árboles e incluso pueden sumergirse en el mar y cuyo “precio medio es de 100 euros en la compra por internet”, ha precisado a Efe Francisco de Paula, de Porsiempre.es, aunque el coste oscila según mercado.
Para entierros convencionales, se emplean ataúdes biodegradables fabricados con cartón, fibras vegetales o bambú, sin tratamientos de barniz ni elementos metálicos o sintéticos tóxicos que, incluso, pueden personalizarse con la impresión de imágenes.