Los helados de nieve del Teide

En 1839, no había frigoríficos en Tenerife. De hecho, el primero que se inventó en el mundo data de 1834. Y sin embargo, había quien comía helados...¿cómo?

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26 de junio de 1839. 

Santa Cruz de Tenerife.

Dos hombres se cruzan por la calle.

- ¡Hola Don Manuel!

Manuel Díaz Pacheco, vecino de La Orotava que se encuentra en la ciudad por negocios, reconoce la voz a su espalda, y se gira para responder.

-¡Hola! ¡Cuánto tiempo!

-¿Qué tal va todo por la Villa?

-Pues bien, bien....

- He leído que va a poner usted un establecimiento de nieve aquí en Santa Cruz. ¿Es cierto?.

-¿Dónde lo ha leído?

-¡En el Boletín Oficial!

-¡Pues sí, está usted en lo cierto! Lo abro mañana mismo, día 27 . En la calle Cruz Verde, número 21.

-¡Qué bien! ¡Podremos comer helado en los saraos! ¿Quién se la va a suministrar?

-¡Pues el señor Francisco Franqui! Ya sabe que él contrata a neveros que suben de madrugada a la cumbre a recogerla y la bajan a La Orotava, y también arrieros que después la traen hasta aquí a lomos de mulos, yeguas o camellos. Como la actividad es rentable, le comenté la posibilidad de abrir otro establecimiento para dispensar nieve de la cumbre aquí en la capital, y le pareció una magnífica idea. Así que en esas estamos.

-¡Pues me alegro mucho, Don Manuel! ¿A qué precio lo va a vender?

-Pues a tres pesos y un real por quintal si la compra al por mayor, y dos libras por fisca si la compra al por menor.

-¡Barato no es!

-Hombre, piense que es un bien que escasea, y hay que pagar a neveros y arrieros, además de la parte de la nieve que se pierde por el camino, por muy bien que se conserve.

-Razón tiene, Don Manuel. Quien quiera helados, que los pague.¡Espero que le vaya muy bien el negocio!

-¡Muchas gracias! Por aquí nos vemos...