La máquina del tiempo

Las actas del antiguo Ayuntamiento de La Laguna, único de la isla, son una mina: si se cava en ellos, se encuentran historias, grandes y pequeñas, que nos cuentan quienes fuimos...

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Esta mañana me apetecía darme un viajecito por el tiempo, así que subí a mi DeLorean, me acomodé, e introduje al azar, mediante el teclado, la siguiente fecha: 03/02/1498.  

A continuación salí de Santa Cruz por Reyes Católicos y la piscina municipal, y aceleré el coche por la autopista del norte en dirección a La Laguna, hasta alcanzar los 120 km/h (sin superar en ningún momento el límite, que conste), a la altura de la rotonda de Padre Anchieta. En un santiamen, aparecí a las afueras de la antigua capital de la isla, a finales del siglo XV.

Tras esconder el vehículo entre unos matorrales, (no tenía una cueva a mano como hizo Marty McFly en Regreso al Futuro III, pero el cine de aventuras también sirve para aprender), me cambié por un vestuario más acorde a los tiempos y me dirigí a la incipiente Villa de San Cristóbal., donde, como es de recibo para estas fechas, estaba lloviznando.

- Disculpe, señor, ¿no es jueves?- pregunté a un labrador que trabajaba la tierra a la entrada del poblado.

-No, señor, es sábado. Día de pregón.

"Vaya" Pensé. "Ya he vuelto a olvidar que en estos tiempos aún se usa el calendario Juliano, y no el Gregoriano."-¿Dónde será el pregón, señor?.-.

-Por fuera de la iglesia, a mediodía.

No todos los días tienes posibilidad de ver un pregón. En los tiempos en los que vivo yo, 2019, los acuerdos del Gobierno se publican en el BOE o en el BOC, y cualquiera puede consultarlos desde su casa a través de internet. O en la prensa. Pero aquí, si te quieres enterar de las medidas que se han aprobado, tienes que asistir a la plaza pública, o preguntar a tus vecinos. Con mucha curiosidad, me interné en la embarrada calle principal, y me dirigí a los alrededores de la iglesia. La gente había empezado a congregarse. Al cabo de unos minutos esperando allí, cinco hombres salieron del interior del precario edificio. Sentí curiosidad por saber sus nombres. Le pregunté a un campesino que tenía a mi lado.

- Son el Gobernador Alonso de Lugo, el teniente Fernando de Trujillo, el alcalde Lope Fernández, el regidor Cristóbal de Valdespino, y el jurado Francisco de Albornoz. Es decir, el Cabildo de Tenerife. No lo veo a usted muy puesto en política local, señor.

-Es que soy un recién llegado.

Los componentes del Cabildo permanecen en escena mientras una gran cantidad de gente se agolpa al pie de las escaleras,y un hombre de piel negra avanza con un papel en la mano hacia la muchedumbre.

-Y ese, si va a preguntarlo también, es el pregonero: Juan "el Negro".- Añadió mi asistente, con una sonrisa, a la que respondí con una mueca de aprobación.

-¡Se hace saber!- Grita Juan "el Negro"- ¡Que todas las yeguas de los vecinos deben permanecer fuera de media legua a la redonda de la laguna de la Villa! ¡Y que como alguna entre en ese radio, su dueño tendrá que pagar 600 maravedís para las obras públicas de la isla!.

Se escucha un murmullo de desaprobación. Supongo que la medida perjudica a muchos vecinos, que suelen acercar a sus animales a abrevar a la laguna.

-¡Se hace saber! ¡Que todos los vecinos asentados en la isla, estén donde estén sus tierras, deben hacer casa aquí en la villa de San Cristóbal, y tienen para iniciar la obra un plazo de quince días contando a partir de hoy! Esto se pregonará dos veces más. De no cumplir con esta orden tras el primer pregón, pagarán 600 maravedís; tras el segundo, pagarán 1200 maravedís; y si no lo cumplieren tras el tercero, serán expulsados de la isla y perderán todas las obras que hayan hecho desde que se establecieron aquí!.

Se vuelve a escuchar otro murmullo, ahora más notable. La medida, orientada claramente a hacer crecer cuanto antes el tamaño y población de la Villa de San Cristóbal, me parece un tanto radical, a mí, un viajero del tiempo, ignorante del ejercicio de los gobiernos en este siglo lejano. Pero sin duda, dolerá más a quienes hayan recibido tierras o se hayan establecido en lugares que están lejos de aquí. como el Valle de Taoro. Sobre todo, por la rapidez con la que deben responder a la medida. Parece claro que parte de la intención que hay detrás es recaudar impuestos.

-¡Se hace saber! ¡Que todo las penas mencionadas serán recaudadas por el teniente Fernando de Trujillo y el regidor Cristóbal Valdespino, que darán cuenta de que todo ese dinero se destine a las obras de la isla!

"¿Qué decía? Medida sacacuartos", pienso.Los dos hombres miran a la muchedumbre, que les contempla con cierto temor. No me extraña: son el equivalente del fisco de Hacienda en nuestros días.

-¡Se hace saber! ¡Que solo podrán hacer pez en los montes de estas isla los que sean vecinos y tenga casa en ella! ¡De modo que quien esté en Tenerife para hacer pez y no sea aún vecino, queda también obligado a hacer casa aquí en La Laguna en el plazo de quince días! ¡De no hacerlo, además de la correspondiente pena, se le arrebatará toda la pez que haya hecho!,

"Vaya," pienso. "Desde tan pronto y ya se dictan medidas para controlar la destrucción de monte para hacer pez. Mucho no duró la orden, de todos modos, porque Magallanes no va a tener ningún problema para hacer pez en los montes del sur de la isla dentro de 23 años, y no solo no se avecindó aquí sino que estuvo de paso solo unos días".

En estos pensamientos estaba cuando recordé que llegaba tarde a comer, así que salí de la Villa, me subí de nuevo al DeLorean, y volví a colocar la fecha de hoy: 22/04/2019. ¡Vuelta a mi realidad! Vaya por dios, el Tenerife sigue apareciendo a 3 puntos del descenso. Quizá hubiese sido mejor quedarme en 1498...