Imagina un atardecer en el Sena

De cuando conocí a Rober, la única persona del mundo que vende cervezas heladas a dos euros a la orilla del Sena.

Guardar

Featured Image 20037
Featured Image 20037

Imagina que uno de los grupos musicales de tu vida (podría ser Guns and Roses) anuncia gira europea; imagina que tienes un alma gemela de novelería (en este caso mi primo Pedro) y que después de haberlos visto tocar en Bilbao te dice: “Erick compré entradas para verlos en julio en Paris”; imagina que gastas casi menos en los billetes de Rynair que lo te gastas en una tarde de tapas laguneras con unos amigos; imagina que realmente no es tan malo viajar en Rynair;  imagina que tienes una amiga en París (Laura, ya he hablado de ella otras publicaciones de este blog) y que, aunque ella esos días esté en Gran Canaria, decide dejarte su piso a ti y a tu primo para la estancia; imagina que llegas un jueves y regresas al domingo; que el jueves, casi nada más aterrizar, decides ir al Sena; imagina que más que verano hace una tarde de primavera espectacular; imagina que te descalzas a la orilla del río, y que hablas con pausa casi de todo lo que se puede hablar en el mundo; imagina también que se prolongan los silencios, porque eres de esas personas (y tu primo) que sabes disfrutar de los silencios en esas tardes de primavera que tienen el sabor a sábanas de franela en invierno; imagina que con una regularidad de aproximadamente 30 minutos la vida te envía a Rober, posiblemente la única persona del mundo que vende quintos de Heineken helados al precio de 2 euros en París… y que entre charlas, silencios y cervezas va cayendo ante tus ojos un maravilloso atardecer en el Sena. Imagina que la vida es bella. Si lo imaginas, comparte. Yo voy.