
'Luis el del Platillo', pionero en el Carnaval
El Carnaval de Santa Cruz de Tenerife ya está en macha. Sí, aunque de aquella manera -que realmente es la que cuenta-, la oficial. Los concursos han dado el pistoletazo de salida y la inauguración previa por parte de las autoridades ha abierto a la ciudad la puerta a la fiesta más popular del municipio capitalino de Tenerife... Aunque 'sí, pero no'.
Y aunque sí es verdad que a los santacruceros y el resto de visitantes ya les palpita el corazón con más fuerza e increccendo, la realidad es que para gran parte de los ciudadanos el Carnaval no arranca hasta la cabalgata anunciadora de la fiesta en la calle.
Una fiesta callejera -y ya sin exclusividad nocturna- que llena las calles más céntricas de Santa Cruz de colores y formas infinitas. De disfraces y música de todo tipo, pero que desde hace casi tres lustros también se ha trasladado calle arriba, dejando uno de los epicentros de la fiesta más de moda en la actualidad: la confluencia y alrededores de la calle Méndez Núñez con la 'zona Orche' (aparcamientos).
Y aunque sí es verdad que a los santacruceros y el resto de visitantes ya les palpita el corazón con más fuerza e increccendo, la realidad es que para gran parte de los ciudadanos el Carnaval no arranca hasta la cabalgata anunciadora de la fiesta en la calle
Méndez Núñez. Ya en los carnavales de 2004 decidimos poner altavoces por dentro, pero apuntando hacia fuera y solicitamos una ampliación de horario", recuerda el hostelero. "Era un ambiente ejemplar comparado con el que había en la zona de abajo y a la gente le gustaba", añade.
Gracias a su entonces novedosa idea Luis consiguió que su genuino Platillo Volante fuese "un punto de encuentro" antes de que los carnavaleros, avanzada la madrugada, decidiesen bajar a la zona antigua a continuar el jolgorio. "Se reunían dos mil o tres mil personas", resalta.
Tras el éxito del primer año no dudó en repetir en 2005, pero la novedad de la edición anterior había corrido como la pólvora y "más de cinco mil personas" abarrotaban las calles entre Méndez Núñez y el bar Tip Top, en la Calle del Castillo.
"El Carnaval arriba no existía, no estaba permitido", comenta Luis, "y a partir de 2006 las autoridades decidieron meter a lo ciudadanos en el 'cuadrilátero', cerrando las calles para dejar fluir la fiesta", añade sobre la situación del tercer año desde que innovó en su local.
ambiente hacía que mucha gente no bajase al final. Ya no solo vienen de aquel perfil de entonces".
metros cuadrados que en 400. Antes, abajo era imposible caminar. La gente se lo puede pasar mucho mejor ahora", explica.
Su visión empresarial de ser parte íntegra de la fiesta en 2004 llevó a Luis a 'crear' Carnaval donde ante no lo había, pero ¿por qué se consiguió? "Era una zona que ya funcionaba a tope y ya teníamos un nombre. Se sumó la música, dábamos
bocadillos por la mañana y por la noche, cerrábamos a las cuatro de la mañana, limpiábamos y volvíamos a abrir a las seis para servir desayunos. Éramos los únicos que hacíamos aquello y la gente esperaba a que volviéramos a abrir. Reuníamos todo" responde.
calle de La Noria, donde se fue trasladando la gente cuando veían que a las dos teníamos que cerrar. Todo esto afectó a los locales de la zona en general", sintetiza.

creado un ambiente bastante bueno y después damos comida toda la noche. Imagínate a las cinco de la mañana un plato de carne fiesta, pollo fiesta, bocadillos y hasta carne de cabra", resalta.
No obstante, a pesar de que lo carnavales son el gran negocio para este empresario, no destaca en su factura anual, porque "es lo comido por lo servido", es decir, "el mes antes y el posterior del Carnaval son malos, y pese a que ahora podemos facturar el doble o el triple, son solo cinco días, que se equilibran con los otros dos meses", explica Luis con resignación señalando una causa principal: los botellones.
"Ya el Carnaval no es ni la sombra del de antes.
Cada vez se ve más gente, pero cada vez gasta menos. Sale a la calle con su bebida o bocadillo… El negocio ya no es como antes".
día son lo mejor de las fiestas. La gente sale en familia y se pasan todo el día por ahí y salen a comer a los locales".

otro Platillo Volante en La Recova y la idea es que cuando nos manden a cerrar aquí sobre las cinco de la mañana la gente se traslade para allá a comerse los bocadillos", confiesa nuestro protagonista que, además, estaría dispuesto a trasladar su local principal donde actualmente cuenta con dos empleados y uno a media jornada. "Lo monté para sobrevivir. El plan es seguir trabajando todo lo que pueda y si encontrara otro local por la zona, un poco
más acogedor y que me cupiera cuatro o cinco mesas en el interior y otras tantas en una
"La historia del nombre tiene 60 ó 70 años. Lo puso Eligio Hernández padre, que fue el que fundó el Platillo Volante. Y cuando cogí el local en 2002 le pregunté cómo surgió el nombre y me cuenta que cuando estaba reformando el bar, estaba haciendo en el techo una especie de cúpula de madera para decorar y entonces apareció uno de sus nietos, de cuatro o cinco años, y le dice ‘abuelo, eso se parece a un platillo volante’, a lo que le respondió que entonces así se iba a llamar el bar. Y con los años registré el nombre".