Los 13 años de exilio de David

Luis Padilla nos cuenta este jueves el 'episodio de la grabadora', con David Amaral como protagonista

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El doctor Richard Kimble, 'El fugitivo', fue perseguido durante años [120 episodios llegó a tener la serie de televisión, convertida en fenómeno mundial a finales de la década de los sesenta] por un crimen que no cometió. David Amaral también pagó “con trece años de exilio del Tenerife” por un crimen que no cometió. Fue el conocido como 'episodio de la grabadora'. Ocurrió en enero de 1990, en pleno proceso electoral a la presidencia del Tenerife, cuando el entonces capitán del equipo fue citado en su despacho por Javier Pérez, candidato a la reelección como presidente.

Allí, Pérez grababa –sin el conocimiento ni el consentimiento del capitán– lo que David entendía que era una conversación privada. Descubierta la grabadora, David la cogió y salió de allí “a buen paso, aunque no corriendo”. Por esa causa o por otra, lo cierto es que recayó de su lesión en el tendón de Aquiles de su pierna derecha y tuvo que ser operado en Madrid por los doctores Guillén y Herrador. Nunca más volvió a jugar al fútbol y durante más de una década recibió la consideración de 'non grato' por parte de una entidad con la que vivió tres ascensos de categoría. 

Ningún otro futbolista puede presumir de haber celebrado tres ascensos con el Tenerife sin haber padecido jamás un descenso. Además, David está orgulloso de cada uno de los 284 partidos oficiales –en los que marcó 46 goles– que jugó como blanquiazul. El primero lo disputó en noviembre de 1980 y en Segunda División B, en un Heliodoro semivacío, ante el Racing de Ferrol. El último, en julio de 1989, de promoción de ascenso, sirvió para dejar al Tenerife en Primera División en un Benito Villamarín abarrotado y con más de dos mil tinerfeños en las gradas. 

Eso sí, David también se fue con el desconsuelo de sufrir una lesión que le impidió debutar con su Tenerife en la élite. El 25 de enero de 2003, trece años después del 'episodio de la grabadora' y de aquella operación de los doctores Guillén y Herrador en el tendón de Aquiles, David Amaral regresó al Tenerife. Lo hizo después de que la entidad, por voluntad de sus accionistas, hubiera cambiado de presidente. Y lo hizo como primer entrenador y en el Insular, en un derbi ante Las Palmas. Su equipo perdió (1-0) aquel choque, pero encadenó luego cinco victorias seguidas.

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David Amaral, en la sala de prensa del Heliodoro.

 Y alguna tan espectacular como la firmada en La Romareda ante el Zaragoza (1-3) con un 'hat trick' de Veljko Paunovic. El Tenerife ascendió desde el decimoséptimo puesto hasta la quinta plaza, pero le faltó continuidad para poder pelear por el salto a la Primera División. Mientras, descubría a algunos canteranos (Roberto Carlos, Willy…) y le daba continuidad a otros como Ayoze Díaz. Pero incluso en esa etapa de bonanza deportiva, jamás recibió la absolución definitiva de quienes le consideraron culpable de un episodio en el que no tuvo responsabilidad alguna. 

Por el camino, su prometido homenaje ante Las Palmas se llegó a demorar de forma inexplicable hasta cuatro años. “Ni planifiqué la cita, ni fui yo el que llevó la grabadora, ni quise registrar una conversación privada para usarla contra otro candidato, pero pagué con trece años de exilio”, lamenta aún ahora Amaral. Nunca trascendió lo que contenía aquella grabación.