"Para mí la isla es sinónimo de escritura"

Sonia Betancort es poeta y profesora de Literatura (Tenerife en 1977). Se doctoró en la Universidad de Salamanca y actualmente realiza una beca de investigación en Washington D.C.

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Sonia Betancort es poeta y profesora de Literatura, nacida en Santa Cruz de Tenerife en 1977. Se doctoró en la Universidad de Salamanca y actualmente realiza una beca de investigación en Washington D.C. Como autora ha publicado numerosos libros de poesía y ha participado en antologías de literatura contemporánea. Durante su trayectoria como escritora ha realizado estancias en países como Argentina, Perú, Chile, Uruguay, Brasil y Estados Unidos. Su proyecto más reciente ha sido la colaboración con el fotógrafo francés Jean-Luc Bohin, con quien publicó el libro digital Charco Verde. Otros libros suyos son 'Íntima Exigencia',  'El cuerpo a su imán', 'La sonrisa de Audrey Hepburn' y 'Contramantes'.

-Dentro de poco se cumplen veinte años de la publicación de SU primer libro y desde entonces ha seguido una trayectoria literaria consolidada a nivel internacional ¿Cuál fue el comienzo de tu vocación poética?
Gracias por tus palabras. He tenido mucha suerte de haber publicado tanto, aunque a veces pienso que es demasiado y muy pronto. También empecé a escribir pronto, de niña, en La Palma, donde me crie. Si no recuerdo mal, mi madre guarda un primer texto de mis cinco años, un cuento de un corazón peludo que tenía dificultades para amar. Luego, en mi adolescencia, la presencia de la poesía fue constante. Para mí, isla es sinónimo de escritura, en ella creé mi lenguaje propio porque el convencional no me bastaba.

"Es doloroso echar de menos las islas… echo de menos muchas cosas, todo, pero también me resulta liberador estar fuera de ellas. Es una contradicción con la que convivo, porque sé que nos marchamos para aprender a regresar"

-¿Qué relación mantiene con la literatura canaria?
Imprescindible fue leer a Elsa López. La recuerdo recitando, yo tendría unos catorce años, en el Teatro Chico de Santa Cruz de La Palma, su poesía llegó como un grito tranquilo, una especie de calma encendida. Luego leí a Agustín Millares Sal, Félix Francisco Casanova, Manuel Padorno, Pedro Flores, Ricardo Hernández Bravo, Yaiza Martínez, etc. Y, más recientemente, a Mercedes Pinto, gracias al excelente trabajo de recuperación de Alicia Llarena. Y descubrí a una de las poetas que más admiro, Chantal Maillard, que, muy poca gente lo sabe, pero ganó el Premio de Poesía de Santa Cruz de La Palma en los noventa.

-Hay diversos libros suyos con dedicación a figuras femeninas como Audrey Hepburn y antologías donde participas en donde aparece de modo especial la temática femenina ¿Qué opina sobre la condición de la mujer escritora en lengua española?
A pesar de que la obra de las mujeres ha sido silenciada, yo he tenido la inmensa suerte de contar con referentes que me inspiran y que me mostraron que podía ser escritora. Recuerdo que de niña visitaba de vez en cuando a una tía abuela de mi madre, se llamaba María. Abría la puerta de un pequeño pajero en los Llanos de Aridane y veía su mano llena de caramelos invitándome a entrar. Para mí era una mujer mágica y misteriosa, porque vivía sola y tenía su mundo propio. Con el tiempo, supe que María era una mujer muy culta que durante la guerra civil leía y escribía cartas para el vecindario. Ese tipo de referentes ocultos está en nuestra cultura y eso ha hecho posible, a pesar del silencio oficial, que la literatura escrita por mujeres sea tan rica.

Y, claro, mi escritura está totalmente atravesada por la lectura, la vida y la obra de otras mujeres. Desde Simone de Beauvoir, de quien leí una biografía que mi padre le regaló a mi madre cuando yo tenía quince años, ¡me impactó! O las experiencias y la obra de Audrey Hepburn, que es mi líder espiritual. No me imagino la vida sin Djuna Barnes, Isla Correyero, Reina María Rodríguez, Olga Orozco, Claribel Alegría, Marosa di Giorgio, Alejandra Pizarnik, Idea Vilariño, Graciela Maturo, María Ángeles Pérez López, Rosa Silverio, Chantal Maillard, etc., etc.

- En el ámbito académico tuvO una amplia experiencia como gestora cultural y como investigadora entre España y Argentina...
Sí, América Latina también es mi casa, le debo buena parte de mi formación. Estuve unos ocho años en Buenos Aires y conocí casi todo el Cono Sur. Primero, con una beca de investigación y, después, con un proyecto de gestión cultural de la Universidad de Salamanca. Allí también estudié artes escénicas en la escuela del actor argentino Julio Chávez. Regresé a España, me doctoré en Salamanca y desde hace siete años soy profesora de Lengua y Literatura en la Universidad Camilo José Cela en Madrid. Fruto de estas experiencias, acabo de publicar un monográfico con un manuscrito inédito de Borges.

-Háblenos de su dedicación profesional a día de hoy y el papel que ocupan las artes escénicas en su vida
La verdad es que las artes escénicas para mí vertebran tanto la comunicación que implica la escritura como la propia labor docente. Entrar a un aula, desempaquetar la literatura, conocer a mis estudiantes y construir un aprendizaje con ellos me resulta tan artístico y mágico como escribir o leer. Creo que esa percepción se la debo al estudio de las artes escénicas. Además, siempre que puedo intento vincularme con proyectos de naturaleza escénica, no solo en la universidad sino también fuera. Todo lo enhebra la literatura y no veo separación entre unos ámbitos y otros. El diálogo, la intersección, es el modo natural en que tiendo a usar los lenguajes.


-Actualmente realiza una residencia en Estados Unidos ¿qué proyecto desarrolla para el futuro venidero?
Estoy en la Universidad de Georgetown, con un proyecto de investigación subvencionado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Analizo cómo el mundo digital está cambiando nuestra manera de leer y escribir. En concreto, estoy observando muestras de arte digital y videojuegos que están leyendo, adaptando e interpretando los cuentos de Borges. ¡Apasionante! Creo que vamos camino de experiencias de lectura totalmente sensoriales. Una parte del fenómeno asusta y puede parecer apocalíptica; la otra, esperanza, por las oportunidades que ofrece. También, acabo de publicar, con el fotógrafo francés Jean-Luc Bohin, un poemario digital titulado Charco Verde, inspirado en una playa preciosa de La Palma. Y tengo otros poemas en camino, algo que es pronto para decir qué es.

-¿Cómo ha influido la experiencia viajera en su escritura después de pasar períodos en países latinoamericanos del Cono Sur? ¿Qué echa de menos de las islas?

Como ves, me encanta estar de viaje, de los más intelectuales o etéreos a los que ponen un pie en tierra firme. ¿No es el viaje una condición de la insularidad? “Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres”, decía Saramago. Es doloroso echar de menos las islas… echo de menos muchas cosas, todo, pero también me resulta liberador estar fuera de ellas. Es una contradicción con la que convivo, porque sé que nos marchamos para aprender a regresar.