Las musas, la vida, las letras...

I.J. Hernández es un impulsivo y metódico escritor tinerfeño. Sus escritos han recibido reconocimientos y menciones en Estados Unidos, Argentina, Brasil, Puerto Rico y México

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I.J. Hernández es uno de esos escritores subterráneos que huyen de las tertulias literarias por la escalera de incendios. Detesta a los editores que hablan maravillas en las presentaciones y luego se quedan mudos. También aborrece las reuniones de escritores. “Son inflamables, infumables, abominables, qué diablos –responde-- los sabelotodos hablan de todo, todo el rato, y así no hay forma de sentarse a escribir, ¡por amor de dios!”

Saludos de I.J. Hernández a los lectores de AtlánticoHoy | AH

Redactor publicitario de profesión (se especializa en creatividad publicitaria, marketing, neuromarketing, guión cinematográfico y community manager), su formación, confiesa, es puro teatro. Nadie contrata a poetas, así que donó su alma “al capitalismo barra liberalismo barra que le jodan al mundo para venderle la moto a todo aquel que se cruce en su camino”.

Uno debe comer para no parecerse a una radiografía, así que toca trabajar de lo que sea. Eso sí, uno no puede alejarse de si mismo, dejar de ser lo que uno es, arrancarse la piel como si fuera de papel, por eso en los últimos años se ha marcado un horario, un itinerario, una meta: seis horas; seis días a la semana; ser mejor escritor. Se presenta a concursos literarios de aquí y allá: “me gusta competir, enfrentarme a mis defectos, en un ring. Partirme la boca a golpe de tecla. Seducir al jurado, salpicarles de sangre. Fruto de estos combates, ha obtenido premios y menciones en España, Estados Unidos, Argentina, Brasil, Puerto Rico y México”.

Sin disciplina no hay inspiración. Hablando de musas, le inspiran las personas que malviven. En estos tiempos hay material de sobra, me dice. También le ponen las perdedoras y los perdedores (se diferencian por la elegancia de sus lágrimas). Los fracasos, los sueños quebrados, también el amor. El sexo, las drogas y el jazz. Se inspira en los hijos de nadie y en las partículas elementales; en la física cuántica y en el séptimo arte. No tiene número de la suerte, ni color favorito ni patria que no sea un viaje hacia ninguna parte.

Hablando de musas, le inspiran las personas que malviven. En estos tiempos hay material de sobra, me dice.

“¿Que cómo es mi proceso creativo? A veces es una imagen, a veces una idea sin pies ni cabeza. En ocasiones hago uso del típico tratamiento cinematrográfico o anoto fragmentos de sueños en rollos de papel higiénico para sentirme Kerouac. Luego tiro de la cisterna y la realidad sigue apestando”.

Lector voraz, relee a Bolaño, a Carver, a Houellebecq. También a Saramago y a Ray Loriga. Le mola mucho Agustín Fernández Mallo. Idolatra a Virginie Despentes y a Svetlana Alexiévich. Recela de los poetas que cuentan sílabas como si contaran estrellas.

Sus publicaciones

Ha publicado ‘Eco Nocturno’ (Editorial Poesía eres tú, 2009); ‘Eight O´Clock’ (La Página Ediciones, 2011); ‘Crónicas contra la ingravidez’ (Editorial Foc, 2013); ‘Yo asesiné a Kennedy y a sus 7 guardaespaldas’ (Mutants Club Poets, 2015); ‘Me preguntaron por drogas y hablé del amor’ (POE, 2016; traducción al inglés por Paola Ochoa, 2018); y ‘La luna nos odia con toda la fuerza de la gravedad’ (Ediciones Idea, 2017).

Poemas, relatos y artículos en periódicos y revistas culturales (Le Miau Noir, La Opinión de Tenerife, Creativa Canaria, El Día, La Gaceta de Canarias). Actualmente colabora con la revista Los Heraldos Negros (México), la editorial POE (Guatemala), y la empresa de formación Creativa 7 (Tenerife). En 2017 es becado por La Residencia Internacional de Creación Artística Can Serrat (Cataluña).


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