Larios, torreznos y nostalgia

La segunda temporada de Paquita Salas vuelve con el pasado como bandera

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He intentado, en el inicio de esta columna, desplumarme para hacer ver al lector que realmente no soy una fanática del tema a tratar a continuación. He intentado practicar la perspectiva, hoy en día tan poco visible en las letras y audiovisual. E, incluso, e intentado ser literaria. Y he de admitir, querido/a lector/a, que en todo he fallado.

Cuando sobre mis hombros recayó la tarea de escribir esta columna la imagen vino a mi como si de una película de Wes Anderson se tratara: en efecto, en una escena cuyo color predominante era el rosa, con un travelling de izquierda a derecha, que paraba en , ¿quién si no? Paquita. La Paca. La Salas. He intentado desplumarme, lector, pero esta, mi primera columna versará sobre Paquita Salas.

No recuerdo bien la primera vez que oí hablar sobre esta serie creada por Javier Calvo y Javier Ambrossi (Los Javis), tampoco recuerdo cuándo fue la primera vez que oí hablar sobre Brays Efe (Paquita Salas) ni siquiera de Belén Cuesta (Magüi). Supongo que fue como ese rayo que te parte y te deja estaqueado en la mitad del patio del que nos hablaba Cortázar en su Rayuela. Claro que él hablaba de amor y yo hablo de Netflix.

Con el corazón en el teclado he de admitir que nunca he sentido tanta predilección por una serie y tampoco por un personaje que a ritmo de Larios, torreznos y verdadero amor por su trabajo se ha metido a España en el bolsillo.

Cuando su segunda temporada llegó hace ya dos meses a Netflix (quien se hizo con los derechos de la serie tras su emisión en Flooxer) muchos pensamos que sería imposible que nos volviera a coger por sorpresa y nos dejara estaqueados en el patio. Pero Los Javis jugaron bien sus cartas y nos llevaron a un terreno para el que no estábamos preparados: el recuerdo. 

Gracias a Lidia San José vemos uno de los momentos que considero más importantes de la temporada. Me refiero claro a la aparición de Antonio Resines quien en una escalera consuela a una pequeña Lidia agobiada porque no le sale una frase en la mítica A las 11 en casa. “Para que todo el mundo se lo crea tienes que hacerlo a tu manera”, le aconseja Resines, pero los tiempos han cambiado y los consejos del pasado en el pasado están. 


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Lidia San José y Brays Efe (Paquita Salas) | TWITTER PAQUITA SALAS 

Pero entonces llega el declive. Porque el drama no puede tener un final feliz ni aun pintado de comedia. Y cuando Fernando Canelón (Secun de la Rosa), el antiguo compañero de Paquita y quien se ha estado llevando a sus actores, se encuentra con ella en Tarazona, en el Amadeo I, tiene lugar la conversación que resume la serie y el trabajo de Salas.

A raíz de la huida de PS Management de Macarena García, Paquita le pregunta a Fernando que cómo está la actriz.

“-Está bien.
-¿Pero está contenta?
-No lo sé.”
Y lo entiendes todo. Que el glamour no existe y si existe no son los flashes, ni las alfombras rojas y muchos menos los vestidos de cóctel. 
Y tras el drama que implica una buena lluvia llega la frase lapidadora, la que vino a mi como una escena de Wes Anderson. Mirando el famoso Ecce Homo Paquita se define como "una mujer a la que el tiempo ha pintado por encima y ya no tiene sentido". Y lo entiendes.