La gestión de las exposiciones temporales: el antes y el después

La temporalidad e itinerancia que proporciona la producción de exposiciones, propicia un continuo cuestionamiento de la naturaleza jurídica de las organizaciones culturales.

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En la actualidad, al margen de que posicionemos las colecciones en los museos y centros de arte dentro de un espacio referencial del panorama museístico actual, debemos tener en cuenta que las exposiciones temporales y las actividades paralelas de las instituciones, caracterizan y dotan de personalidad a estas, además de generar ingresos e impacto mediático.


En los últimos diez años, los museos han cambiado de rumbo en su gestión y han dejado de programar exposiciones dotadas de alto contenido científico, lenguajes más tradicionales, así como de elevado presupuesto, y escaso número de visitantes, optando por programar exposiciones de menor contenido intelectual, y dotadas de otros lenguajes más contemporáneos, tales como fotografía, video-instalación, moda, artes decorativas, pero dotadas de gran repercusión social y económica que han permitido no sólo captar la atención del público habitual, sino también de otro que desconocía los museos, y que visitaban las exposiciones atraído por el tema expuesto. 

En este sentido, y desde el momento que los museos han optado en su mayor medida por dirigirse en este nuevo rumbo, estos han comenzado a posicionarse entre los primeros puestos de las instituciones culturales más reconocidas y más visitadas a nivel nacional e internacional. Sin olvidar, que junto al trabajo de conservación, producción, y comunicación, la gestión de las exposiciones en los museos se ha apoyado de un cuerpo de programas educativos, comunicacionales, comerciales y de impacto en la web y en las redes sociales, que ha generado que empresas, patrocinadores y benefactores, y amigos del museo, quieran asociarse a sus marcas, siendo copartícipes de las acciones que se desarrollan y disponiendo de los espacios para sus eventos como si fueran suyos. El equilibrio y la rentabilidad deben ser la base de un modelo de gestión de museos del siglo XXI, cuya meta debe ser la divulgación del patrimonio artístico, la programación de exposiciones, y difusión de su imagen, pero con recursos y herramientas diferentes, que son las premisas de sus diferentes grados de éxito en la sociedad.