La gastronomía, esa revolución culinaria sostenida a lo largo de dos largas décadas, ha dejado de aquilatarse en las panzas de la cocina. Actualmente, los cocineros tienen seguidores como si de deportistas de élite, actores o cantantes en el estrellato se tratase.
“Una buena imagen vale más que mil palabras”. En el proverbio chino original sí consta lo de“buena” (imagen), matiz que cobra cada vez más sentido, y en el caso de Gorostiza ha sido evidente, si se aplica a la fotografía gastronómica especializada, esa que refuerza los contenidos en medios y redes sociales.
La cámara seguía la evolución de las manos, sólo visibles en la gran pantalla, mientras un violinista interpretaba piezas en directo y acordes dependiendo de cada plato. Quedaron frente a nosotroslos retratos congelados, a modo de póster, de cada invento coquinario; la secuencia fotográfica había captado aquellas manos danzarinas que producían mosaicos comestibles de inenarrable belleza plástica.
Ponencia del chef francés en el escenario de Madrid Fusión | AH
“La curiosidad de explorar en formas, texturas y volúmenes culinarios constituye otra versión de saciarnos con la mirada”, afirma Gorostiza. Cámara en mano, el reportero gráfico se concentra, se recrea ante el emplatado, siguiendo con estrategia felina el encuadre propicio. Luego, el público va a degustar esa estética; la va a poder paladear con la mirada en la revista o en la tablet.
De aquella incursión se cumple un tiempo y de los pasteles y postres maternos, que aprendió a contextualizar “de otro modo”, Eduardo Gorostiza atrapa universos dinámicos entre punteros de la cocina como Jorge Bosch. De los ensayos con las formas dulces al gran salto mediante la complicidad con uno de los jefes de cocina que mejor optimizan y defienden el producto canario en el feudo de La Bola.
Garbanzas elaboradas por Jorge Bosch | EG
“Ya en la primera etapa me daba cuenta de algo de perogrullo: ¿cómo no tomarme la misma dedicación en mi labor que la del cocinero en la confección de su receta? Fue una revelación y la puse en práctica con las sesiones de las piezas que presentó Adrián Bosch en el certamen Mejor Cocinero del Año, en Barcelona”.
Interpretación de cordero de Adrián Bosch | Eduardo Gorostiza
Fue cuando Gorostiza se propuso también resolvery avanzar en su propio estudio: no sólo emplatados sino el ingrediente desde sus orígenes y en su pureza, texturas y volúmenes.
Una papa de color casi con aspecto de meteorito. Secciones, rugosidades, el goteo fresco del corte de un limón, un tomate en vista cenital, granos de arroz… A la mención de cuáles son los géneros que se resisten, el fotógrafo no dudaba en tildar al pescado de “complicado”, al igual que crustáceos como gambas y langostinos.
Cortes de papas moradas | Eduardo Gorostiza
Cobra fuerza la noción de exclusividad. El pulpo frito, el escaldón, la vieja, la papa… anuncian la expresión del chef a sus comensales, al mundo en general.
Tal y como en realidad se planteaba este reportaje desde el mismo principio, la idea es la de que las fotos del artista aquí también entren por los ojos. Así que invito a los lectores a que se deleiten en tal menester y queden plenamente agasajados.