Fundación de la Peña Salamanca

Luis Padilla nos revive este lunes el nacimiento de la Peña Salamanca el 27 de agosto de 1960

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La Peña Deportiva, Recreativa y Artística Salamanca es la más veterana de las decenas de agrupaciones de apoyo al Tenerife. Fundada el 27 de agosto de 1960, ha celebrado ya sus bodas de oro. Y aunque en diciembre de 2015 fallecido su fundador y eterno presidente, Francisco Díaz Alpañez, sus miembros se mantienen fieles a una costumbre: acudir al Heliodoro cada día de partido, una hora antes de que empiece el choque. A lo largo del tiempo se han movido por las gradas de Herradura y San Sebastián, pero no han modificado un ápice su comportamiento: apoyo indesmayable a los colores blanquiazules. Con un ritmo monocorde en el golpeo del tambor y sin ninguna crítica. Con dolor, con lágrimas en algunas derrotas, pero jamás con silbidos, broncas o insultos. Es su estilo.

Sus componentes ya no tienen veinte años y ya no acuden con traje y corbata al Heliodoro para sentarse sobre el duro cemento. Eso sí, el sentimiento es el mismo. Son 'birrias' irredentos. Nacieron con la sangre blanca y azul. Paco Aplañez fue su 'alma mater' durante décadas. Y desde mucho antes ya era socio y aficionado del Tenerife. Su mejor recuerdo en el Heliodoro es “el ascenso ante el Orihuela en 1953”. Y el peor, un 13-4 que le endosó el Real Unión cuando, en 1946, el equipo del barrio de El Cabo le disputaba la supremacía insular al Tenerife. Porque entonces, ser 'birria' no era una obligación para un habitante de esta Isla. Y serlo en el corazón del barrio del Salamanca, la cuna del Price, tenía mérito.

Por eso, que en agosto de 1960 surgiera una peña blanquiazul en 'territorio comanche' tiene un mérito añadido. Como lo hubiera tenido de nacer en El Toscal o en El Cabo, cuna del Iberia y el Real Unión. Su presencia y su dinamismo hicieron mucho para que el Tenerife dejara de ser el equipo de 'unos' y se convirtiera en el equipo de 'todos'. Ahora, medio siglo después, resulta inimaginable que un pibe prefiera al Toscal antes que al Tenerife. O al Arguijón. O al Victoria. O al Real Unión. Ahora, lamentablemente, lo que se prefiere antes que al Tenerife no es lo cercano, sino el Madrid y el Barça, lo que entra a través de los medios de comunicación y que dejan al representativo insular de segundo equipo. Pero antes se elegía primero lo cercano, lo íntimo. Y el Tenerife era demasiado global. Luego, al calor de los éxitos de la entidad, antes incluso de su década en la élite, surgieron muchas más peñas, todas ellas con un mérito enorme.

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Paco Alpañez, con el bombo de la Peña Salamanca

Su presencia se agradece. La de todas. Las que tiene enorme espíritu crítico o las que no hacen análisis extradeportivos. Las del centro de Santa Cruz o las del norte y el sur de la Isla. Las nacidas bajo el padre Teide o las surgidas en la Península. Las recién creadas o las ya talluditas como el Frente Blanquiazul, creada en 1986. Las que ostentan nombres genéricos o las que homenajean a algún jugador. Las que cuentan con cientos de componentes o las casi unipersonales. Pero todas tienen algo que agradecer al la Peña Salamanca, nacida hace casi sesenta años y que aún late por el Tenerife.