Essaouira, alma marinera en la costa africana

A menos de 200kms se encuentra la ciudad costera y pesquera de Essaouira, un pueblito digno de ver. Por Marta Purriños

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¿Qué tendrá Essaouira que la hace tan especial? Esa fue la pregunta que me rondaba la cabeza cuando me dirigía a esta preciosa y encantadora ciudad en la costa atlántica de África.

 
Muchos la conocen por su actividad económica principal, la pesca, y no es de extrañar, su núcleo más activo se concentra en su puerto pesquero, sobretodo cuando regresan de faenar los barcos con la recogida de comida. Cuando entras de lleno parece que te trasladas veinte o treinta años atrás, como si de una película se tratara, un bullicio agradable, olores de pescado fresco, de aromas, especias, y qué decir de los colores, todos los que puedas imaginar, un espectáculo donde sin duda alguna, las gaviotas son el atractivo turístico principal.

No pueden imaginarse cuantas hay volando, intentando coger comida, sobrepasando las cabezas de los mercaderes, peleándose entre ellas … es una locura. Quizás una de las cosas que más me gustaron de la ciudad fue su ambiente, se podía respirar, y un sinfín de personas de todas partes del mundo caminaban a nuestro lado observando los paisajes del lugar. Su influencia armónica entre culturas europeas, bereberes, árabes y africanas hace que se respire un ambiente único, dando la impresión de que 

Essaouira es más antigua de lo que en realidad es y dónde la tranquilidad reina en cualquier rincón, a menos que te encuentres en el puerto pesquero, la parte más animada de toda la ciudad, sobre todo cuando regresan de faenar los barcos. Como si de una película se tratara su bullicio constante de turistas, marineros, mercaderes y bares, te cautiva a adentrarte a la acción, dónde la mercancía es subastada, lo cual constituye un espectáculo de color donde las gaviotas son las protagonistas del momento.

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Tras faenar con los barcos, recogida de la comida en el puerto | MARTA PURRIÑOS


Su belleza radica quizás en la sencillez de su arquitectura, de su gente, su gastronomía… ya que la actividad principal de la que se sustenta esta localidad es de la pesca. Para mí, una de las mejores vistas que pude tomar fue desde la Porte de la Marina finalizado en el siglo XVIII, cuya escalinata asciende por las murallas de la Sqala de Port, ofreciéndome una panorámica de la ciudad inigualable.

Uno de sus imprescindible es degustar en los locales cercanos al puerto las delicatessen que traen directamente desde el mar, pura delicia para el paladar.


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Camarones a la plancha en Chez Sam | MARTA PURRIÑOS

Sin duda, pasear por la playa y disfrutar del viento fue una experiencia casi religiosa, yo que soy canaria y vivo rodeada de mar era el momento perfecto, más aún cuando vislumbré tonos violáceos en el horizonte, dónde descubrí que existen varias islas que hacen de fuerte en la playa, las conocidas Ìles Purpuaries, debido a la concha murez, un molusco tropical autóctono que tiñe de ese color las aguas.

 La isla más grande, la Ìle Mogador, posee un pequeño puerto, un fuerte y una mezquita, sin duda un entorno idílico para relajarse y disfrutar del buen tiempo.


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Plage Tagharte | MARTA PURRIÑOS


Cuando ves diferentes formas de vivir a la tuya te sorprende siempre gratamente, porque te das cuenta que muchas personas con muy poco son felices, y esa es la clave de la vida, despojarte de muchas cosas materiales que damos por hecho como necesarias, y muchas veces nos olvidamos de nuestro entorno, de las maravillas que nos da.

La verdad, no sé qué tiene Essaouira, pero tiene un halo especial, quizás sea por la fuerza de nuestros vientos alisios que soplan desde el inmenso Atlántico, dónde los propios sawiris (los habitantes de la ciudad) dicen que ahuyentan los malos espíritus y el turismo de masas.

Quizás sea esa la clave, que nos sentimos como en casa.