Especialista en promociones

El Tenerife ha ganado ocho de las nueve eliminatorias que ha disputado en busca de un ascenso de categoría o una permanencia

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El Tenerife se ha convertido a lo largo de su historia en un especialista en promociones. Con una trayectoria irregular en otros torneos eliminatorios, el equipo blanquiazul se transforma cuando las rondas tienen como premio un ascenso de categoría o una permanencia: ha disputado nueve compromisos de este estilo y sólo fue superado por la Ponferradina 11-12, que le privó así de subir a Segunda División. Los ocho restantes los saldó con éxito.

Una temporada comprimida en dos partidos. Eso son las eliminatorias de promoción, en las que un conjunto se juega su destino para el siguiente curso en un doble choque a ida y vuelta. El Tenerife ha convivido con estos partidos llenos de tensión desde hace casi noventa años. Y lo ha hecho con un éxito impropio de un conjunto que en citas similares–de Copa del Generalísimo, Copa del Rey o Copa de la Liga– ha tenido un comportamiento irregular.

El conjunto blanquiazul ya disputó en 1928 una eliminatoria de promoción. Fue al término del I Campeonato Insular de Tenerife, creado para oficializar el dominio de los cinco grandes: Tenerife, Fomento (luego Real Unión), Iberia, Hespérides y Salamanca, que daría lugar al Price. Se ordenaba así la competición, plagada hasta entonces de amistosos y 'copas' donadas por distintos patrocinadores, casi todos ligados a la entonces floreciente industria del tabaco.

Favorito al título con el portero Cayol, el defensa Llombet, el medio Esquivel o los delanteros Torres y Luzbel, el Tenerife acabó el curso como último clasificado y debió jugarse la permanencia con el Santa Cruz, campeón de segunda categoría. Tras ganar los blanquiazules en la ida por 2-1 y caer por idéntico resultado en la vuelta, se jugó un desempate en el Stadium (actual Heliodoro) resuelto por 3-2 para el Tenerife con un gol postrero de Graciliano Luis.

De haber tenido otro resultado esa eliminatoria, es posible que la historia del fútbol tinerfeño hubiera sido distinta. Y lo mismo cabe decir de lo ocurrido en 1953, cuando, como campeón insular, el Tenerife se midió, según habían establecido los entes federativos, “al duodécimo clasificado del grupo sur de Segunda División”. El rival resultó ser el Orihuela, que se impuso en Los Arcos en el choque de ida por 2-1 tras un partido lleno de incidentes.

Al domingo siguiente, el Tenerife se impuso 3-0 en el Heliodoro y accedió por fin a las categorías nacionales con un once que aún recitan los viejos aficionados: Cuco; Chicho, Isidoro, Perla; Villar, Servando; Óscar, Julito, Antonio, Méndez y Paquillo. Dos décadas más tarde, en 1973, tras una temporada en la que fue incapaz de ganar como visitante, debió conservar la categoría en otra promoción y así evitar el descenso a Tercera División. Y no falló.

Esta vez se emparejó con el Ensidesa y le tocó jugar el partido de ida en el Heliodoro. Y ahí dejó decidida la eliminatoria al imponerse (6-2) al conjunto asturiano con goles de Jorge (3), Medina (2) y Esteban. Y lo hizo con un equipo enteramente canario: Domingo; Lolo, Molina, Pepito; Esteban, Cabrera; Felipe, Jorge, José Juan, Mauro y Medina. Una semana más tarde, el 0-0 amarrado en Avilés le bastó para mantenerse en la categoría de plata.

La siguiente promoción también marcó la historia del club: fue en 1989, le midió al Betis y le sirvió para ascender a Primera División. Y también se decidió en el choque de ida jugado en el Heliodoro. Tras el motín del Maritim, un equipo enrabietado se comió al Betis (4-0) con goles de Rommel, Julio en propia puerta y El Gharef. Una semana más tarde, el Tenerife sobrevivió en el Villamarín (1-0) a una cacería y desató la euforia en la Isla.

Un año más tarde, el Tenerife volvió a jugarse la temporada en dos partidos. Eso sí, lo hizo tras ser antepenúltimo en Primera División y llegar a la cita con unos números que invitaban al pesimismo: cuatro puntos en once jornadas. El choque de ida volvió a celebrarse en el Heliodoro y el rival, el Deportivo que dirigía Arsenio Iglesias, fue superior, pero perdonó (0-0) a los Belza, Hierro, Francis, Toño, Guina, Felipe, Estebaranz, Rommel...

Muy pocos fieles tinerfeñistas viajaron hasta Coruña para acudir a un Riazor repleto y eufórico que debía vivir el regreso del Depor a la élite tras casi dos décadas de penitencia. Azkargorta se la jugó con media docena de canteranos y al cuarto de hora sacó petróleo de una galopada del Chapi Ferrer por la derecha y un centro al área que Eduardo cabeceó a gol. A partir de ahí, el Tenerife se defendió y los nervios acabaron con el ánimo gallego.

Las siguientes eliminatorias de promoción son recientes y tuvieron como meta subir a Segunda División. En la temporada 11-12, obligado por su segundo puesto liguero, el Tenerife debía superar tres eliminatorias para ascender y lo haría siempre jugando la vuelta en el Heliodoro. Ante Badalona y Linense, tras buenos resultados en la ida, pudo sentenciar en la Isla... pero en la cita decisiva ante la Ponferradina pagó la derrota (1-0) en El Toralín y no pudo remontar como local.

Un año más tarde, con Álvaro Cervera en el banquillo, fue campeón de grupo y disputó directamente la eliminatoria decisiva ante el Hospitalet, con el partido de vuelta como visitante. No falló: logró una solvente victoria (3-1) en el Heliodoro y resistió en la Feixa Llarga, donde firmó su regreso al fútbol profesional tras una derrota mínima (1-0). Ahora, cuatro años después, vuelve a jugarse su destino en una promoción. Como más le gusta.

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