Domingo J. Jorge

Opinión

Aprendiendo de un misionero, Stephane Kamanga

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Esta semana he hallado la suerte de poder ser partícipe de una grata vivencia. Se ha tratado de uno de esos aprendizajes que a nosotros nos gustan, de excelencia, de esos que te dejan significación, esos maravillosos aprendizajes significativos. Emulando a mis alumnos, dentro de la Competencia en Comunicación Lingüística, voy a hacerles una microcrónica de la presencia, este lunes, del Misionero Comboniano, Stephane Kamanga, en el Colegio Virgen del Mar. Pero se tratará de una crónica donde quiero poner en valor, si me lo permiten, lo que yo he sentido.

Misionero Comboniano

La finalidad de la visita de este misionero era seguir trasladando a nuestros alumnos la necesidad de compartir, y hacerlo desde la experiencia de vida de personas como Stephane Kamanga. La actividad se dirigió hacia los alumnos de 1º y 2º de ESO, así como 1º y 2º de Bachillerato, dentro de una serie de visitas que hemos concertado conjuntamente con la Pastoral de Misiones de la Diócesis Nivariense. También habíamos previsto que otra persona visitará a los alumnos de 4º, 5º y 6 de Primaria, que fue la Misionera Monserrat García y Gladys Rodríguez, que lo hizo a 3º y 4º de ESO. Hemos cubierto de esta manera, otro Curso más, un hecho que está siendo en esta sociedad algo muy recurrente y es el seguir trabajando el compartir con los más jóvenes, y haciéndolo desde la Competencia Espiritual. Les puedo asegurar que se convierte en algo que atrae a los chicos, en un tema de la asignatura de Religión que ya esperan con el deseo de no solo compartir desde el Domund con los que menos tienen, sino además intercambiar opiniones con los misioneros que les visitan e incluso mantener un interesante debate en clase entre ellos.

Un valor espiritual que ha sido siempre inherente al ser humano

Esto me lleva a tener cada vez más claro que trabajar la Competencia Espiritual, hoy en esta sociedad del Siglo XXI, no es una necesidad, sino un complemento inmenso a la vida misma. No lo miren desde el carisma cristiano, sino sencillamente desde el hecho de que debemos seguir llenando ese espacio del ser humano también con un valor espiritual que ha sido siempre inherente al ser humano.

El encuentro con Stephane Kamanga este lunes me trajo un momento de reflexión, que compartimos ambos, y que me sirvió para reflexionar sobre ciertas cuestiones. Por ejemplo, aquí en occidente, en el primerísimo mundo, nos alarmamos porque en clase se hable de Dios. Mientras que allí, en el Congo, no se habla de Dios, se siente que Dios existe, a pesar de no tener nada, a pesar de que se sobrevive en una familia de nueve personas, durante una semana, con la comida que aquí, nuestra Canarias, dentro de Occidente, no podría sobrevivir ni un solo miembro de nuestras familias. Como nos recordó Stephane, "aquí en Canarias hay pobres, pero pobres que comen, allí en África también hay pobres, pero que no comen".

Tal fue el interior al que llegó Stephane Kamanga en sus charlas con nuestros alumnos que uno de ellos le preguntó que si él, Stephane, era feliz con lo que hacía, un pequeño de 1º de ESO -les aseguro que no era una pregunta preparada-. A esto nuestro amigo misionero congoleño le respondió que "sí soy feliz, y además disfruto con lo que hago, ayudando a los demás a cambio de nada". Les voy a dejar a continuación una entrevista que le hicieron en una clase de primero, que se grabó y que luego se emitió en un informativo de radio.colegiovirgendelmar.com.



"Niños que intentan guardar la alegría a pesar de las dificultades que conocemos ahí"
Con este sumario me quedo, y otros muchos más, que podría añadir, pero elijo este, porque verdaderamente el amigo misionero Kamanga nos deja patente que la alegría, las emociones, volvemos a ellas, mirándonos desde el corazón, son las que nos marcan una vida significativa. 

Kamanga en el Obispado.

Por todo ello, tengo claro que la Religión ha de seguir viva en las aulas como un motivo más de aprendizaje, como una materia, que llene y haga florecer la Competencia Espiritual que todos guardamos en nuestro interior. La enseñanza de la Religión se han planteado tradicionalmente teniendo como principal referencia la trasmisión de los contenidos del mensaje de la Religión. Plantear la enseñanza de la religión en la escuela como un desarrollo de competencias y no como una asimilación del mensaje es una verdadera novedad en el campo de la Pedagogía de la Religión. Por este hecho, legitimo la necesidad de que se ha de ofrecer al alumno la visión de una Competencia Espiritual con la que ha de llenar ese vacío religioso que a menudo encuentra en su interior. Se ha de hacer desde el valor del compartir, claro, y desde tantos y tantos valores que se encuentran en el hecho religioso.

Saben me encanta dar Lengua Española, Latín, Filosofía, disfruto con el mundo de la comunicación y trabajando con los alumnos, aprendiendo de ellos Competencia en Comunicación Lingüística, e igualmente me sucede ascendiendo con ellos al conocimiento de la Religión, y haciendo rebosar la Competencia Espiritual, porque soy feliz "EduKando", tanto como Stephane Kamanga siendo misionero en el Congo, donde lo ha sido, o muy pronto en el Chad, el próximo destino que le espera. Gracias Stephane por esta lección de vida que me has dado estos días.