En cuantas ocasiones has querido dar un giro a tu vida, cambiar algo de ella: bien de tu trabajo, de tu vida familiar, con los amigos, o simplemente has querido trazarte nuevos objetivos y metas. Sin duda, consideras conmigo que no ha sido fácil, sin saber ¿por qué? No has sabido ¿cómo empezar? Te has quedado en blanco y ves que ese tipo de situaciones constantemente te superan. El problema no es de ganas, ni incluso por miedo, que en muchas ocasiones te bloquea, simplemente es que no logras generar ideas que inicien el cambio.
Uno de los principales problemas con los que te habrás encontrado es el de tener nuevas e ilusionantes ideas para aportar a tu plan de vida. Parece que cuesta encontrar la chispa que inicie ese fuego que es nuestro cambio. En ocasiones cuando estoy en consulta suelo plantear a las personas que busquen nuevas actividades para poner en su vida, tarea nada sencilla ya que se encuentran nuevamente con el mismo problema. Sin saber ¿cómo? Nos hemos acostumbrado a no innovar en nuestras vidas que hemos perdido la costumbre.
Esto hace que inconscientemente repliques la misma dinámica de afrontar situaciones, de plantearte actividades y nuevas tareas en tu vida. O bien eches un vistazo a la vida de otros que lo han hecho para copiar lo que han hecho. Esto te lleva a que continúes haciendo lo mismo una y otra vez ya que no te has parado a pensar si realmente eso que haces conecta contigo. Eso hace que te sientas extraño con el cambio sintiéndote ajeno ya que no te motiva en absoluto.
Lo que sucede es que te enfrentas a los cambios de la forma que te parece más segura, pero que al mismo tiempo es la más habitual en tu vida. Focalizas toda tu atención en lo que conoces como manera de afrontar las diferentes situaciones vitales, ya que no tienes costumbre de potenciar la creatividad y ponerte a prestar atención a lo nuevo que te pueda aportar la vida.
Es simple, al final entendemos que las cosas en la vida se realizan de una determinada manera y nos resulta muy complejo imaginar otra forma de afrontar los retos que se nos plantean. Al mismo tiempo el día a día se encarga de que busquemos la solución más sencilla. Ya solo vivir cada día implica estar solucionando problemas y tareas constantemente, evitamos por tanto el hacer cambios pues no queremos perder tiempo buscando soluciones alternativas ya que nos contentamos con lo que ya sabemos que funciona, aunque no nos deje contentos del todo y ni tan siquiera conecte con nosotros. Nuestro campo de visión y de posibilidades se va acortando, lo vamos reduciendo, no dando cabida a la creatividad.
La base del cambio está en intentar que este conecte con nosotros, pero al mismo tiempo que implique modificar lo que ya veníamos haciendo, si realmente entendemos que lo que hacíamos no nos aporta bienestar ni felicidad, es más reduce nuestras posibilidades. Para ello el primer paso es conocer porque no te sientes bien haciendo lo que haces, así es bueno conocer el ¿por qué has perdido interés por ciertas cosas de tu vida? y ver que puedes hacer para enriquecerla, para ello es importante buscar alternativas. Comienza por hacer una lista de posibilidades, valoralas, y selecciona al menos cinco que puedas poner en marcha. Lo importante es encontrar nuevas formas de hacer lo que haces y ponlas en practica. Por cierto entiende que el error es un potencial para aprender y cambiar. Inténtalo.