
"El machismo no lo va a resolver nuestra generación"
Conrado Flores es uno de los cinco pilares en los que sustenta el humor de El Supositorio. Todos juntos llevan más de 15 años haciendo reír, llenando salas y protagonizando algunos de los momentos más divertidos del entramado cómico canario. Además, Conrado es profesor de Enseñanza Secundaria y experto en estrategias de gestión de conflictos, en el ámbito escolar. “Conmigo -afirma en tono de humor- hay pocos conflictos sin solución en el grupo”
Una forma de vivir. El grupo nos permite compartirlo desde otra posición, con más gente y eso es muy emocionante. Reírse y divertirse es de lo más rentable que uno puede hacer en la vida. Y desaprovechar las oportunidades de pasarlo bien es un lujo que no nos queremos permitir. No pensamos quedarnos con el drama, ni vivir en él, ni de él.
¿Hay algo sobre lo que nunca harían humor?
Los cinco miembros nos centramos en el humor que nos divierte. Si no nos hace reír a nosotros no podemos esperar que el público lo haga, eso es evidente. De este modo, sí hemos descartado asuntos que, simplemente, no acaban de hacernos gracia. Carecemos de un libro de estilo que nos impida hacer humor sobre una cosa u otra así que, en resumen, creo que sí podríamos hacer humor con cualquier asunto. Eso sí, siempre que nos parezca divertido.
¿Deben haber límites en libertad expresión, como el polémico casi de Dani Mateo sonándose en la bandera?
"El mensaje de los políticos resulta en ocasiones tan ridículo y absurdo que hasta resulta difícil parodiarlos. Recordarás los “pagos en diferido en forma de simulación” de Cospedal, que es un hito del humor contemporáneo"
¿En qué grado el humor también puede ser político?
El mensaje de los políticos resulta en ocasiones tan ridículo y absurdo que hasta resulta difícil parodiarlos. Recordarás los “pagos en diferido en forma de simulación” de Cospedal, que es un hito del humor contemporáneo. Después, parece evidente que el uso que hacen del humor unos y otros medios de comunicación va en la dirección de la orientación política de su audiencia. Reírse del otro, del rival, es tan antiguo como el ser humano. De izquierdas, de derechas, animalistas, fachas, verdes,... Todos nos parecen igual de ridiculizables como humoristas. Por ejemplo, nuestro alcalde de Chigüesque es un facha desternillante y el líder de la izquierda chigüesquera es una caricatura casi tan real y esperpéntica como el modelo original.
¿Qué recuerdan de su primera actuación como El Supositorio?
Que la gente se rió mucho más de lo que imaginábamos. Se llenó y el público se rompió las manos a aplaudir, algo impensable en aquel momento. Ayudó que fuera en un entorno juvenil y universitario, eso seguro. La cosa es que uno sabe que es gracioso pero nunca si lo es sólo para sus colegas. Allí descubrimos que también lo éramos sobre el escenario y pensamos que, si la gente estaba dispuesta a pagar unos euros por vernos hacer humor, el resultado de la ecuación iba a ser perfecta.
¿Cuál es el peor momento que hayan pasado sobre un espectáculo?
En mis pesadillas vamos a actuar y no tenemos vestuario, atrezzo, o hay un compañero perdido, o no llegamos a tiempo al show. En definitiva, me preocupa todo aquello que no podemos controlar y que no depende de nosotros. Eso es para mí lo peor: cuando pasan cosas que no estaban previstas. No obstante, los peores momentos me han parecido aquellos en los que creo que no encajábamos con el perfil de la audiencia y digamos que no hubo magia. En ocasiones - pocas afortunadamente - se programa sin tener en cuenta estos detalles y se contrata a un grupo de rock duro para actuar frente a un público que fue a escuchar rancheras.
¿Es exportable 100x100 el humor que se consume en las Islas?
Totalmente. En nuestro caso ya lo exportamos a Madrid y fue de fenomenal. Todavía hay algún madrileño que nos manda mensajes por Facebook diciéndonos que cuándo volvemos. Quizás sólo sea un grupo de peninsulares que vinieron de fábrica con un fallo genético.
¿Cómo hace un humorista cuando tiene un mal día tiene que trabajar haciendo reír?
Es verdad que no te puede apetecer mucho hacer reír si estás deprimido o si ha fallecido un familiar cercano, pero lo haces porque la gente que acude a tu show nunca es culpable de tus problemas. Al contrario, lo es de muchas de tus alegrías. En eso no nos distinguimos mucho de un profesor o de cualquier otro profesional que trabaje frente al público. En cualquier caso, es menos peligroso que el mal día lo tengamos nosotros que una cirujana cardiovascular.
En lo que ocurre ahí fuera, en la calle, lo que oímos por la radio y lo que leemos en los periódicos y las redes. Los últimos gobiernos de este país, en su razonable afán de proteger y empoderar a la mayor cantidad posible de personas y colectivos que han podido sentirse ofendidos por unos y por otros, ha judicializado lo que en la mayoría de países con los que nos comparamos se llama libertad de expresión. Por eso vamos a hacer nuestro show más políticamente incorrecto, porque es necesario y porque lo necesitamos.
En España existe machismo en todos lados. Y por lo que veo, con el auge de determinados partidos políticos, no lo va a resolver nuestra generación. Hay discursos ahí fuera en clave de guerra entre sexos y muchos tarugos dispuestos a comprarlos. Respecto a la presencia de mujeres humoristas, las hay a montones y buenísimas. De hecho, la historia del humor está llena de cómicas extraordinarias y quienes no las conozcan deberían correr a descubrirlas.