En 1964, se traslada a vivir a Nueva York, donde expuso en tres ocasiones en la galería Catherine Viviano. El conocimiento directo del expresionismo abstracto americano, del arte pop, la nueva escultura y el arte cinético, le proporcionó una cultura visual fundamental para su trayectoria creativa posterior.
A mediados de los años sesenta, coincidiendo con su traslado de residencia a Lanzarote, César Manrique impulsa en la Isla una serie de proyectos artísticos de carácter espacial y paisajístico, novedosos para la época, donde plasma su pensamiento plástico y ético. Se trata de un conjunto de acciones e intervenciones dirigidas a poner en valor el paisaje y los atractivos naturales de la Isla, que configurarán su nueva faz y su proyección internacional, y que forma parte de la transformación paisajística y la adaptación de Lanzarote a la economía del turismo.
Así, elaboró un nuevo ideario estético, que denominó arte-naturaleza/ naturaleza-arte, en el que integra distintas manifestaciones artísticas, que pudo concretar en sus obras paisajísticas, un ejemplo singular de arte público en España: Jameos del Agua, Mirador del Río, Jardín de Cactus, Timanfaya, etc.