Víctor Yanes

Opinión

Dar que pensar

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En la literatura existe una norma no escrita, una semilla del prejuicio que todo lo pudre y que diseña, de algún modo, una estructura jerárquica y obsoleta dispuesta a señalar qué es lo excelso y respetable y qué no lo es. El aforismo se encentra en un momento dulce, de creciente aceptación e interés, a pesar de los dictámenes morales de tanto jerarca mediocre. El aforismo se lee rápido, pero se piensa lento. Regala un escenario imprevisto, que se planta en medio de nuestro cerebro para crear pensamiento.

Sergio García Clemente (Santa Cruz de Tenerife, 1974) es el mago, el genio arquitecto del asombro, que elabora su virtud creativa por medio de la herramienta de la brevedad. Sergio nos deja con los ojos bien abiertos, fijos en una línea que repetimos y releemos, porque la concisión en la que trabaja es una píldora de realidad que nos despierta como un potente aletazo de cordura, de originalidad, de sorpresa desnuda. Yo admiro la profunda travesía en la que Sergio nos introduce.

Dar que pensar (Cuadernos del vigía, 2014) es la primera obra aforística de este escritor tinerfeño, galardonada con el Primer Premio Internacional José Bergamín, es un libro con una destacada vocación pedagógica. Mientras leemos la luminosa verdad de aforismos como: poner el mundo a la altura de nuestros defectos o los dogmas crean prisiones que son invisibles para sus reclusos sentimos, desde el reduccionismo formal de este género, una intensa hondura llena de diáfana consciencia. Detrás de las palabras escritas por Sergio García Clemente, se adivina la voz de un hombre maduro que ha librado, tal vez, innumerables batallas vitales y que se manifiesta clarividente y humilde. La serenidad lúcida de un veterano de guerra que consolida la ironía, el humor, y un variado registro para crear el mestizaje de temáticas presentes en Dar que pensar. 

La austera fugacidad formal del aforismo, nos invita a una estancia en el silencio que podemos prolongar el tiempo que nos plazca.

A Sergio García Clemente, no le interesa todo lo que signifique tumulto inservible o palabra que suena bien, pero está muda. El potente significado de sus aforismos llega a dejarnos inmóviles, petrificados, porque hay un poder mucho mayor que toda nuestra capacidad para decir cosas sobre lo que leemos, y ese poder le corresponde a la belleza que pasa por encima de nosotros. La magia de la belleza que sale de la creatividad de Sergio García Clemente. Magia, sí, digo magia. Magia es una palabra escasamente académica pero profundamente emocional, aunque dicha categoría terminológica le pueda parecer ridícula a los popes trasnochados que sostienen la desfasada estructura del tenderete jerárquico, con sus rancios dictámenes sobre lo que es literatura seria y lo que no lo es.

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Portada de "Dar que pensar" | IMAGEN CEDIDA