El inicio de la hegemonía

El 'nuevo' Tenerife, refundado en agosto de 1922, no tardó en hacerse con la hegemonía local ante Castro, Hespérides, Salamanca o Fomento.

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El 'nuevo' Tenerife, refundado en agosto de 1922, no tardó en hacerse con la hegemonía local ante Castro, Hespérides, Salamanca o Fomento. En un tiempo sin una actividad competitiva regular, el equipo disputó multitud de amistosos, participó en la inauguración de los nuevos campos de La Laguna y La Orotava y dio un paso novedoso al crear un filial, en una preocupación por la cantera desconocida hasta entonces. Así, de la mano de los directivos Joaquín Cola y Joaquín Feria, nació el Infantil Tenerife, del que saldrían Ángel Arocha, Andrés Llombet, Alfonso López o Mota, quienes con el tiempo serían leyendas blanquiazules. Por el camino, el Tenerife se convirtió además en el representativo insular y como tal fue elegido para medirse a los equipos más potentes de Gran Canaria como Marino, Porteño o Santa Catalina.

En esos duelos de creciente rivalidad, antecedentes del derbi contra la UD Las Palmas, el Tenerife disputó dos torneos de carácter regional célebres en la época. Así, en la final de la Copa Lucana se midió al Marino en el campo España de Las Palmas en un partido que no llegó a su fin, pues el legendario guardameta Emilio Baudet ordenó la retirada de su equipo como muestra de desacuerdo con la actuación del árbitro Sánchez Galán. “El señor Galán, tras empujar a Baudet y permitir a los marinistas marcar su primer 'goal', lo celebró luego alborozado junto a los jugadores locales”, recoje la prensa grancanaria. Más suerte tuvo el equipo blanquiazul en la final del trofeo Medallón Sixto Machado, cuando se impuso (2-0) al Santa Catalina en el campo del Hespérides (La Laguna), con goles de Romero y Raúl Molowny.

Eso sí, entre los 52 partidos oficiales que disputó el Tenerife 22-23, con presencia en todos de Joaquín Cárdenes, destacaron los amistosos ante el Marítimo de Funchal o una selección gaditana, pero, sobre todo, las tres citas que le midieron al Real Vigo, origen del Celta y uno de los mejores equipos del país, que venía de golear a Gran Canaria, Victoria, Marino y Santa Catalina. El campeón gallego acudió con sus estrellas, como el extremo zurdo Pinilla, el ariete Ramón González y el defensa Luis Otero, medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920 y titular en el primer partido jugado por la selección española. La expectación fue tal que el club montó en Miraflores una grada suplementaria de madera con capacidad para 2.500 personas, “con la idea de satisfacer su costo con el ingreso de las taquillas”.

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Alineación del CD Tenerife en 1923 con Perera, Francisquillo, Rrodríguez Bello, Baudet, Cabrera, Cárdenes (de pie); Fernández del Castillo, Raúl Molowny, Graciliano Luis, Reyes y Espinosa.

El encargo se hizo a los Almacenes Yanes y el coste fue de 20.000 pesetas, pero los ingresos permitieron pagar la obra. Y sobró dinero. Además, tras una victoria de los forasteros en el primer partido (2-3), con dos goles de Graciliano Luis para los locales, el Tenerife se impuso (1-0) en la segunda cita con nuevo tanto de Graciliano Luis. Y eso invitó a organizar un desempate... y a obtener otra taquilla. La gran actuación de Baudet hizo que no se moviera el 0-0 en este choque en el que técnico local, Augusto Hardisson, alineó a: Baudet; Rodríguez Bello, Antonio Arocha; Víctor, Cárdenes, Francisquillo; Croissier, Sebastián, Raúl Molowny, Graciliano Luis y Antonio Pérez.